martes, 17 de enero de 2012

Crónicas de funciones: Iolanta/Perséphone, Teatro Real, 14/01/12


Aquí van unas notas sobre la función del estreno:

- Comencemos por el interés del díptico presentado. Ambas obras son bien interesantes. Personalmente, un punto más destacable Iolanta que Perséphone, quizá por una sentimentalidad más directa y una instrumentación más sutil que la premeditada y a veces rebuscada arquitectura musical de las páginas de Stravinsky. Digamos que Tchaikovsky se limita a llegarnos con uno de sus productos perfectos y acabados mientras que a Stravinsky se le ven las costuras y el interés premeditado por resultar ecléctico y fascinante. La vinculación de ambos títulos está muy bien traída, sobre todo merced a un buen trabajo de Peter Sellars a este respecto. Bien podría haberse presentado Iolanta en solitario, si bien habitualmente se ha representado junto a otros títulos (Aleko, etc.) o ballets. Sea como fuere, la sintonía entre ambas historias en torno a la búsqueda de la luz, el desvelamiento de las tinieblas, la transición entre el mundo de los muertos y de las sombras y el amanecer de la visión y la primavera, etc, etc. Todas esas analogías confluyen finalmente hasta convertir el díptico en una propuesta bien fundada y escogida.


- Decía que la labor de Peter Sellars es fundamental para sostener la propuesta de ambos títulos vinculados. Y así es, si bien no se trata de uno de los trabajos más acabados y deslumbrantes de Sellars. Volcado todo su esfuerzo en subrayar la ritualidad de Perséphone y el misticismo de Iolanta, ambas óperas comparten escenografía (a cargo de Tsypin), figurines (Pakledinaz) e iluminación (Ingalls), en un acierto para vincular figurativamente ambas historias. La labor de Peter Sellars es más personal en el caso de Perséphone que en el de Iolanta. También por la naturaleza de la obra de Stravinsky, más abierta a una elaboración donde se encuentran la danza, el mimo, la declamación, el canto, etc, etc. Iolanta es una historia más clásica, una especie de revival decimonónico de una genial historia medieval, hermosísima, cargada de alegorías. Y en este caso Sellars "se limita" a servir a la notable y clara exposición de esas alegorías en torno a la vista, la luz y el mundo de los colores (las flores...). Resumiendo, pues, una buena labor de Sellars, pero no tan espectacular como en otros trabajos suyos (su Mozart o su Theodora, sin ir más lejos).


- La dirección musical fue toda una sorpresa, para bien. Currentzis, que venía apadrinado por Mortier y del que se habían dicho aquí y allá algunas barbaridades, resultó sin embargo una batuta sensible, atenta, capaz de distinguir planos, dinámicas, generar climax, contener el sonido y atender a los cantantes. En suma, no es una batuta histórica, pero creo que firmó un gran trabajo al cargo de una orquesta que sigue sonando estupenda. Lo mismo cabe decir del magnífico coro, incluido el infantil. Es una suerte ir contando con estos cuerpos estables. La labor de Mortier en este sentido no puede sino aplaudirse una vez más.

- Y vayamos con las voces.

Comenzando por la protagonista, Scherbachenko, que resultó irregular e insuficiente para un rol protagonista tan atractivo. A la voz le falta carnosidad, suntuosidad y calor. Ella es una cantante sensible, ofrece un fraseo bien labrado, pero técnicamente hay insuficiencias evidentes de afinación y de resolución del agudo. Contar con una Iolanta más redonda hubiera elevado el nivel de la función. No fue una Iolanta indigna, de hecho fue bien aplaudida, pero supo a poco.

Ulyanov ofreció la mejor interpretación de cuantas le recuerdo en directo. Su fonación es notoriamente mejor en su idioma natural que cuando canta en italiano. La voz sigue careciendo de un color cálido y singular, es la de un típico bajo eslavo, sin más, pero el cantante es completo, vocal y escénicamente, y busca convencer, no sólo sonar, recreando un fraseo emocionante, durante toda la función pero singularmente en la hermosa aria del rey Rene, que bordó (no dejen de buscar la interpretación de esta aria a cargo del gran Ghiaurov, en el cd de arias grabado para Decca con E. Downes a la batuta).


El tenor, Paver Cernoch, tiene una voz algo difícil, carece de una belleza inmediata, pero sin embargo resulta comunicativa, incluso a pesar de una resolución técnica bastante personal. Ofreció un Vaudémont emocionante, intentó muchos matices y resultó más que convincente. Un acierto de cast, en suma, a falta de un Beczala o semejante para redondear la faena (por cierto, no dejen de escuchar la hermosa aria de Vaudémont en el cd de arias eslavas de Beczala).

Toda una sorpresa la voz del barítono Alexej Markov. Una delicia, un tipo a seguir de cerca y que ya ha cantado mucho y muy bien en Rusia, e incluso este mismo rol en la Iolanta de hace unos años en Salzburgo, con Netrebko y Beczala. La voz es grande, homogénea, suena liberada, resuelve arriba con sobrada convicción, frasea con emoción y regula con eficacia. Su aria, que es hermosísima, fue el momento más redondo de la noche, para mi gusto (dicho sea de paso, escuchen ese aria en el cd de Gerald Finley para Chandos, en inglés, bien lograda).

Un lujo contar con Willard White para el papel del médico árabe. Vocalmente los años pesan, pero sigue siendo un profesional como la copa de un pino, escénicamente soberbio. Además, resulta bien interesante observar la panoplia de roles que interpreta actualmente, en tan diversos idiomas: ahora mismo recuerdo su participación en un Britten de la ENO, en un Janacek en Berlín y ahora en este Tchaikovsky del Real. Todo un esfuerzo de dedicación artística.

El resto del reparto estuvo a la altura, incluso con alguna voz de más empaque que la de la propia protagonista.

Muy emocionante el momento coral incluido tras la recuperación de la vista por Iolanta. Según explicaba Téllez en su charla, es una acertada "ocurrencia" del propio Currentzis, haber incluido esa página litúrgica firmada por el propio Tchaikovsky como colofón a ese momento de la historia.


- Respecto a Perséphone:

Esforzado trabajo de Paul Groves, un tenor que me gusta especialmente, a pesar de que el agudo más extremo tiende a blanquearse innecesariamente. El centro vocal es, sin embargo, muy bonito y canta con una ortodoxia total en francés, que es la lengua en la que se representa Perséphone, sobre texto de A. Gide. Además, escénicamente hizo un trabajo comprometidísimo con la dirección de Peter Sellars. Su papel es largo, casi un canto constante, y no flaqueó en ningún momento.

La actriz a cargo del rol titular, Dominique Blanc, hizo una buena labor, pero sus intervenciones, amplificadas, resultaban algo extrañas al oído, en comparación con el resto de los intérpretes. Me pregunto si no se le hubiera oído bien en ausencia de amplificación, o con una amplificación menos obvia...

La labor del coro, incluido aquí el coro infantil, fue de nuevo impecable en este título, donde el coro tiene un papel constante y bien relevante. También creo muy destacable la presencia de los bailarines camboyanos, cuya presencia no es casual, fruto de un rebuscado exotismo, sino que atiende a una historia que el propio Peter Sellars explicó en su encuentro con el público y que algún otro forero podrá ampliar mejor que yo. No es una tontería y es bien interesante, a ver si alguien se anima a ampliarlo.


En resumen, una buena función, mejor la Iolanta que la Perséphone, musicalmente muy bien resuelta, vocalmente a la altura, salvo algún detalle mejorable, y escénicamente bien resuelta. Pero no fue una noche espectacular, y estuvo, evidentemente, un punto por debajo de los tres títulos anteriores vistos en el Real, que me parecieron prácticamente redondos.

Recomiendo asistir, pues, por el interés de las obras, por el buen nivel general de los intérpretes y por la vistosa labor escénica (que nadie tenga "miedo" a la presencia de Peter Sellars a cargo del trabajo escénico, que el desconocimiento es el peor enemigo en estos casos, y Sellars no es ningún "enfant terrible" en busca de protagonismo fácil). Iolanta, especialmente, es una ópera preciosa que no deberían perderse.

Fdo. Alejandro Martínez

1 comentario :

Miguel Ángel Yusta. dijo...

Gracias, Alejandro.Es un placer revivir con tus excelentes y documentados comentarios estas obras. Un gran abrazo.