lunes, 27 de febrero de 2012

Crónicas de funciones: El gato montés, Teatro de la Zarzuela, 25/02/12


Si alguien triunfó en la noche del pasado sábado, 22 de febrero, en el Teatro de la Zarzuela fue la música de Penella, la dirección de Cristóbal Soler y la Orquesta de la Comunidad, así como la puesta en escena de José Carlos Plaza.

Una dirección musical contenida, acertada y bien conducida llevando a los músicos a dotes de gran dramatismo musical en los momentos más importantes de la ópera española. La orquesta ha mejorado muchísimo.

La puesta en escena de Plaza es muy sobria -demasiado en el primer acto- pero de excelente factura y resolución en los otros dos, especialmente en la escena propiamente taurina. Destcaó también la acertada coreografía de Cristina Hoyos.



En cuanto a las voces, en general, las secundarias fueron superiores a las principales. El mejor durante toda la representacción fue sin duda alguna Luis Cansino, en su papel del picador Hormigón y Milagros Martín, en el papel de Frasquita, la madre del toreador. Buenos cantantes sobre todo Cansino, un acierto.

Del trío de intérpretes Ángel Ódena -El Gato- Andeka Gorrotxategui -Rafael- y Ángeles Blancas -Soleá-, el primero fue el más contenido con una bonita línea de canto, rotunda a pesar de un molesto vibrato en las notas altas, sobre todo en el primer acto.

La voz del tenor Andeka es extraña. A veces engolada, canta con voz muy atrás pero cuando la domina puede llegar a dosis espectaculares como en la oración del torero que cantó. Tal vez tenga que dominar más su voz. Fue de menos a más.

Y de Blancas, de mal a peor. No canta sino grita, desafina y un castellano ininteligible. Destrozó su parte cantada, su famosa aria del primer acto e incluido el famoso dúo. Una pena.

fdo. Sergio Castillo

sábado, 11 de febrero de 2012

Crónicas. Recital de R. Pape en el Liceu


Pocas dudas hay respecto a la gran valía de René Pape como cantante de ópera, y el programa que presentaba junto con el pianista Camillo Radicke incluía algunas de las canciones más hermosas de la historia del lied (ya me disculparán la hipérbole): en la primera parte, una selección de canciones de F. Schubert y las "Tres canciones sobre poemas de Miguel Ángel" de H. Wolf; en la segunda, el ciclo Dichterliebe, de R. Schumann.

A pesar de eso el recital no terminó de cuajar. Comenzó con tres canciones de Schwanengesang, entre ellas una interesante interpretación de la célebre Ständchen, que sonó cargada de tristeza; siguieron las canciones de Wolf, muy bien interpretadas, lo mejor del recital. No puedo decir lo mismo del siguiente bloque de ocho canciones de Schubert que, en mi opinión, sonaron frías y distantes; Pape no transmitió el aire (falsamente) popular e inocente de Heidenröslein o Der Einsame pero tampoco consiguió con Im Abendrot el tono intimista y la comunicación con el público que sí había conseguido con Wolf. La última canción del bloque, Prometheus (confieso que una de mis debilidades schubertianas), que parecía hecha a medida del cantante, fue una pequeña decepción. Y con eso llegamos al descanso.

En la segunda parte nos esperaba Dichterliebe, que funcionó mejor que las canciones de Schubert. Se echó de menos una mayor expresividad; el poeta no reveló sus sentimientos, o, mejor dicho, nos dejó con la duda al moverse entre la contundencia de Ich grolle nicht y la indiferencia de Ein Jüngling liebt ein Mädchen. ¿Lo hizo René Pape de forma deliberada, es su visión de Dichterliebe? Es posible.

En resumen, no fue un recital redondo pero tuvo sus buenos momentos y disfrutar de la voz de René Pape siempre es un placer.

Gran Teatre del Liceu, 2 de febrero de 2012


fdo. Silvia Pujalte

miércoles, 8 de febrero de 2012

Audio de la conferencia de Roger Alier


Ya está disponible el audio de la conferencia que ayer nos ofreció Roger Alier, compartiendo, entre otras cosas, un interesante relato sobre el incendio del teatro de Zaragoza allá por finales del siglo XVIII. Para todos los que no pudisteis acudir ayer, aquí está:




Fue una charla ilustrativa, amena, a cargo de un sabio generoso y amable. Fue todo un placer para esta Asociación haber contado con su presencia, especialmente en una tarde tan desapacible y fría como la de ayer. Desde aquí, nuestro sincero agradecimiento por su presencia.

lunes, 6 de febrero de 2012

Crónicas de funciones: Peter Grimes, Oviedo, 04/02/12


Una pequeña pincelada del Peter Grimes visto en el Teatro Campoamor de Oviedo.

Fue una velada de esas para recordar. Veía por fin mi ópera favorita de Britten. Para mi de las diez mejores del género. Una obra que compendia excelente música y un libreto de campanillas.

Los amigos que la habían visto antes hablaban maravillas de esta producción y tenían razón. David Alden ha hecho un trabajo sobresaliente acompañado por la escenografía de Paul Steinberg, el vestuario de Brigitte Reiffenstuel y la iluminación de Adam Silverman. La escena siempre se mueve en consonancia a lo que se relata, creando esa sensación de ahogo tan característica de Britten. No es fácil que un coro tan presente se traslade sin apenas dificultades en un espacio tan reducido como el del Campoamor, y se consiguió plenamente. Bravo por el equipo técnico.


En cuanto al apartado musical, lo mejor las voces. Conocía a Stuart Skelton de la Susannah de la ABAO. Allí demostró ya su potencial. El Grimes le viene como anillo al dedo. No es su fuerte las medias voces, pero hizo cosas muy, muy bonitas. Y ya en las partes más dramáticas es que ponía la carne de gallina. Excelente como actor y como cantante. Me gustó muchísimo la Ellen de Judith Howarth. Pedazo de soprano, excelente en voz y gesto, con fuerza cuando había que tenerla y dulce en los momentos más recoletos. Genial el cuarteto con Auntie y las sobrinitas, todas ellas sobresalientes. Estupendo el resto de los protagonistas, aunque el que menos me gustó fue el Reverendo Adams. ¿Y el coro? Esta ópera es la mitad de la obra el coro. Sin un buen grupo todo se va a pique como la barca de Grimes al final. Y no fue el caso. Bravi, bravi, bravi para un conjunto semiprofesional que se portó como un de primera fila.


Lo más flojo orquesta y la dirección de Corrado Rovaris. Grimes tiene partes orquestales de quitarse el sombrero y aquí no brillaron. Fue un trabajo de artesanía tosca para salir del paso, pero nada más.

El viaje mereció la pena, por tanto.

Fdo. Javier del Olivo

viernes, 3 de febrero de 2012

Crónicas de conciertos: Amor aumenta el valor, de Nebra, en el Auditorio Nacional (Madrid, 19/01/12)


MADRID, AUDITORIO NACIONAL DE MÚSICA, 19-01-2012, 19:30 horas.

AMOR AUMENTA EL VALOR, de JOSÉ DE NEBRA.

LOS MÚSICOS DE SU ALTEZA, Luis Antonio González

AMOR AUMENTA EL VALOR es una ópera que nace en unas condiciones muy particulares: la celebración de la boda de Fernando de de Borbón, Príncipe de Asturias (futuro Fernando VI) con Bárbara de Braganza. El estreno tuvo lugar en Lisboa el 18 de enero de 1728, contando con música de tres compositores distintos, uno para cada acto; por desgracia únicamente nos ha llegado la que compuso para el primer acto José de Nebra, natural de Calatayud, y cuya obra solamente ahora comienza a ser apreciada. Para la historia se optó por un episodio de la época de la República romana tomado libremente de Tito Livio, que se encargó de dar forma el dramaturgo José de Cañizares. Nos movemos por tanto en el contexto de una Opera Seria basada en un episodio de la Antigüedad, con los añadidos, modificaciones y supresiones de los hechos históricos (mero pretexto, en todo caso) que eran costumbre, en el que se desarrollan varias tramas amorosas convencionales. El interés, por consiguiente, no recae en la trama (por más que el texto pueda resultar literariamente interesante –en particular los recitativos están muy bien escritos), sino principalmente en la música. Y ésta es excelente, a la altura, nos atrevemos a decir, de los mejores ejemplos contemporáneos en otras partes de Europa.

Así pues, la obra que tuvimos ocasión de escuchar el pasado día 19 de enero contenía suficiente interés para cualquier aficionado a este repertorio, y debemos decir que no defraudó en ningún caso. De la labor de músicos y director no pueden decirse más que bondades: sincronía impecable, interesante resolución del continuo, matizadas dinámicas… y sobre todo ello la perfecta simbiosis director-orquesta. Responsables de la grabación para el sello Alpha y tras haberla ofrecido ya unas cuantas veces, la obra no tiene secretos para el conjunto afincado en Zaragoza ni para el maestro González (aragonés como Nebra, para más señas), lo que podía dar lugar a acomodamiento en la ejecución; nada más lejos, antes bien es de reseñar que en todo momento se mantiene la tensión orquestal, como por ejemplo en la enérgica Sopla el bóreas irritado, con un desempeño espectacular de las cuerdas. Impecables igualmente los intérpretes solistas en las arias con instrumento obligato. Señalemos que, a falta de la original, se ofreció como obertura la de la ópera Narciso, de Domenico Scarlatti.

El reparto vocal, idéntico también al de la grabación, resultó muy compacto, sin que ninguno de los cantantes deslumbre por ser una voz excepcional; en particular, Olalla Alemán y María Eugenia Boix, que encarnaban a los dos protagonistas (Horacio y Clelia), y con ello disponen de más momentos de lucimiento, destacaron en sus arias respectivas y juntas en su hermoso dúo final, Prestad aliento/Dad confianza. Mención a parte para el aria Ay, amor, ay Clelia mía de Horacio, sin duda el punto culminante de la tarde. En el otro extremo, Marta Infante (Porsena), con una voz engolada, totalmente “construida”, con graves falseados… en la escuela de la peor Vesselina Kasarova; poco que salvar de su parte que no sea el carácter indudable que imprime al personaje. Más testimoniales son el resto de roles, aunque permiten dejar constancia del buen hacer de Agnieszka Grzywacz (hermoso timbre el suyo) como Livio, así como la pareja que interpreta a los dos criados, personajes “graciosos” tan característicos del teatro del Siglo de Oro: Ana María Otxoa (Calfurnia) y José Pizarro (Mimo). Bien también Soledad Cardoso en su aria Como el céfiro corre agitado, una de las mejores de la obra, aunque tal vez se echase en falta algo más de fuerza, que el texto y la música demandan.

El ambiente “familiar” de la Sala de Cámara del Auditorio Nacional favoreció que en todo momento se produjese la necesaria comunión entre intérpretes y público (el maestro González incluso se animó, al comienzo del concierto, a realizar una breve introducción a la obra). A juzgar por los aplausos finales, los asistentes salieron más que satisfechos con la interpretación; y, en muchos casos, con el descubrimiento de una partitura realmente interesante.


Para finalizar, únicamente desear que en un futuro continúe la recuperación del, en tantas ocasiones olvidado, patrimonio musical español, sobre todo si se trata de obras de tanta calidad como las compuestas por José de Nebra. Sin ir más lejos el próximo día 13 de febrero tendremos ocasión de escuchar en el Auditorio Nacional Iphigenia en Tracia, también del compositor aragonés, en esta ocasión con el grupo El concierto español, dirigido por Emilio Moreno. Como curiosidad, en el mismo momento en que escuchábamos Amor aumenta el valor, en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional ofrecía un concierto el célebre Daniel Barenboim; me atrevo a decir que a la salida ninguno sentimos que habíamos acudido a la sala equivocada ese día.

fdo. Hugo Cachero