martes, 23 de noviembre de 2010

Crónicas de funciones: La del Soto del Parral, Teatro de la Zarzuela, 18 de noviembre.

La del Soto del Parral, música de Reveriano Soutullo y Juan Vert. Libro de Luis Fdz. de Sevilla y Anselmo C. Carreño.

Asistí a la función del pasado jueves día 18, en el Teatro de la Zarzuela. El reparto encabezado por Ana Ibarra -Aurora-, César San Martín -Germán- y Antonio Gandía -Miguel- en los principales papeles. Y en los secundarios, Aurora Frías -Catalina-, Didier Otaola -Damián- y Luis Álvarez -Tío Sabino- y Luis Varela -Tío Prudencio-.
Coro del Teatro de la Zarzuela y Orquesta de la Comunidad de Madrid, dirigida por Rubén Gimeno.

Zarzuela, en dos actos, estrenada en 1927 en el Teatro Latina de Madrid y compuesta con gran lirismo musical. Una pieza importante en el repertorio zarzuelístico español con romanzas, dúos, concertantes y conjunto coral que han pasado a la memoria del colectivo ciudadano, especialmente el papel del barítono que lo encarna Germán. Un destacadísmo papel que los compositores mimaron y le dedicaron una buena partitura.

De los cantantes principales cabe señalar que Ana Ibarra nos deleitó con un molesto vibrato en sus agudos; el tenor Gandía correcto y mal actor, aunque se llevó una larga ovación y algún que otro bravo, sobre todo en la romanza "Fuerza que me vence", romanza que fue suprimida en el estreno por los autores y reconvertida en "El último romántico". Y algo mejor estuvo San Martín en su papel de Germán. Un gran papel de barítono si éste es correspondido por una buena voz; no fue el caso.

La orquesta en algún momento de bella musicalidad, especialmente las cuerdas, aunque los metales sonaron atronadores. Realmente malos para una orquesta profesional. En cambio el coro excepcional, una gran noche por su parte, al igual que los secundarios, especialmente Álvarez, Otaola y Luis Varela.

Buena puesta en escena de Ricardo Sánchez con un agradable soto segoviano que enmarcaba toda la función. Como aspecto negativo visual, un árbol que al que le cubría un ¿plástico? en sus ramas altas y un momento de natación sincronizada donde aparecían varias piernas sobresaliendo del suelo-soto del escenario ¿?

Una más que correcta velada, con un teatro que rozaba el lleno. Realmente esta zarzuela es de la más brillantes de la década de los años veinte. Se deja ver y sentir.

johnny guitar


lunes, 22 de noviembre de 2010

Crónicas de funciones: Il Corsaro, ABAO, 13 de noviembre.

Nuevos Valores

Por Javier del Olivo

Bilbao, 13/11/2010. Palacio Euskalduna. Giuseppe Verdi. Il Corsaro. Libreto de Francesco Maria Piave basado en The Corsair de George Byron. Lamberto Puggelli, dirección de escena, Marco Capuana escenografía. Vera Marzot, diseño de vestuario. Andrea Borelli, iluminación. Bruno Ribeiro (Corrado). Silvia Dalla Benetta (Gulnara). Kristin Lewis (Medora). Luca Salsi (Seid). Miguel Ángel Zapater (Giovanni). Alberto Núñez (Esclavo y Eunuco). Giorgi Meladze (Selimo). Coro de Ópera de Bilbao, Boris Dujin, director del Coro. Orquesta del Teatro Regio de Parma. Renato Palumbo, director musical. Producción: Fondazione Teatro Regio di Parma y Fondazione Carlo Felice di Genova. 59 Temporada de la ABAO.

No se las prometían muy felices los aficionados que el pasado sábado día 13 acudieron al Palacio Euskalduna a la representación de Il Corsaro, de Giuseppe Verdi, dentro de la 59 temporada de la ABAO (Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera). Hace unas semanas se habían caído del reparto las dos figuras más destacadas: Maria Guleghina y Fabio Armiliato. Este último tuvo el detalle de dar públicamente explicaciones de su ausencia en la página web de la Asociación. Se buscó, para sustituirles, a los protagonistas de la versión de la ópera representada en el 2008 en el Festival Verdi de Parma. Dos desconocidos, Bruno Ribeiro y Silvia dalla Benetta, sin un renombre internacional, que, sin embargo, protagonizaron, junto al bajo Luca Salsi, una de las mejores noches verdianas desde que comenzó el 'Tutto Verdi'.

Il Corsaro, basado en la obra homónima de Lord Byron, cuenta las peripecias de Corrado, siempre en busca de aventuras luchando contra el musulmán, y que deja abandonada en su país a su amada Medora. En una de sus incursiones salva del incendio del harén a la favorita del Pachá, Gulnara, pero cae prisionero. Gulnara, enamorada de él, lo libera e intenta que Corrado mate al tirano, pero como no lo consigue, lo hace ella misma. Huyen juntos al país del corsario, donde se desencadena la tragedia: Medora, desesperada por la ausencia de Corrado, ha ingerido veneno; Corrado, al ver morir a su amada, se arrojará al mar. Este argumento, claramente romántico, y pergeñado por Francesco Maria Piave, sigue con bastante exactitud el relato de Byron, aunque, como bien señala Heather Hadlock en el artículo que acompaña al programa general de la temporada, el papel de Gulnara, esclava homicida, es tratado por Piave y Verdi de una manera bastante más tolerante: Byron cargaba las tintas en el carácter negativo del personaje por lo deshonroso de sus actos al rebelarse y matar a su señor mientras está dormido, mientras que en la ópera ese aspecto apenas aparece resaltado, justificando, en cierta manera, el crimen, por la situación en que se encuentra el personaje.

Il Corsaro es una auténtica ópera de "galeras", la época en la que Verdi realizó más obras que seguían las condicionantes de la época, y que se han considerado tradicionalmente bastante escasas de inspiración creativa. Pero aquí está el Verdi que ya hemos visto enMacbeth y el que veremos en Rigoletto. Es una obra escasamente representada, debido al poco atractivo de su argumento. Pero, cantada por buenos profesionales (valga como ejemplo la grabación con Carreras, Norman y Caballé), se escucha con placer, y este fue el caso el pasado sábado. Realmente fue una representación donde brillaron por encima de todo las voces.

Principalmente, la del tenor portugués Bruno Ribeiro, un cantante que, si sigue así, tiene un espléndido futuro por delante. Desde su primera aria, que abre la obra, demostró un dominio total de sus amplios recursos vocales. Posee un timbre muy atractivo, con un metal bruñido y una proyección amplia. Si bien se le puede encontrar algún leve problema en la zona de paso al agudo, se compensa cuando éste brilla sin mácula y bien sostenido. En la escena de la prisión supo moderar sus fuerzas, y demostrar que no solo tiene potencia, sino que sabe cantar en piano. Un verdadero hallazgo que el público de la ABAO, generalmente poco expansivo, agradeció con sonoros y prolongados aplausos. Más curtida, más madura e igualmente excelente estuvo Silvia dalla Benetta como Gulnara. En ningún momento flaqueó su voz, siempre limpia, de bello y amplio centro y punzante agudo, sin olvidar una zona baja perfectamente trabajada. Expresiva y dúctil, entusiasmó en todo momento.

Como auténtico barítono verdiano se confirmó Luca Salsi como Seid, el Pachá. En sus arias estuvo muy convincente, derrochando potencia y poderío, dominando perfectamente el canto que siempre imprime Verdi a sus páginas baritonales. Creó perfectamente con sus gestos y su voz la brusquedad del tirano, y recibió, como sus compañeros, calurosos aplausos. El otro papel femenino, si no principal, de gran relevancia, es el de Medora. Sobre todo en el primer acto tiene una bella aria seguida de su cabaletta que una buena soprano lírica puede bordar. No fue el caso de la estadounidense Kristin Lewis, que no convenció en su intervención. Con unas coloraturas de pocos vuelos, inaudible en algunos pasajes, y siempre poco segura, fue lo más flojo del reparto, aunque se recuperó algo en su corta intervención al final de la obra. Poco destacados los comprimarios Miguel Ángel Zapater como Giovanni, Alberto Nuñez, que doblaba como Esclavo y Eunuco, y Giorgi Meladze como Selimo.

Verdi mima los coros en sus obras, e Il Corsaro no es una excepción. Sobre todo las cuerdas masculinas del Coro de Ópera de Bilbao pudieron lucirse ampliamente. No tiene papel tan destacado el coro femenino, que quedó un poco apagado. Pero todo el conjunto recibió el aplauso del público junto a su director, Boris Dujin.

Renato Palumbo domina este repertorio con auténtica soltura, y volvió a demostrarlo aquí. Pecando en algún momento puntual de imprimir ritmos endiablados, estuvo siempre muy atento a sus cantantes, moderando la orquesta para dejar que esas bellas voces corrieran por todo el teatro. Bien empastada y perfecta conocedora de la partitura se mostró la siempre solvente Orquesta del Teatro Regio di Parma, que se encuentra como pez en el agua en este repertorio.

La dirección escénica, procedente del Regio de Parma y del Carlo Felice de Génova, estuvo a cargo del veterano Lamberto Puggelli, que movió bien a actores y coro, y que consiguió que resultara muy convincente la escena de la batalla, donde destacó el trabajo del maestro armero Renzo Musumeci Greco. Mucho menos brillante la escena de la prisión, donde hizo moverse a los protagonistas por una maraña de cuerdas colgantes que recordaban a ciertas películas de aventuras africanas. También interpretó libremente el libreto al hacer que Gulmara se suicidara al final de la obra, cuando no se especifica originalmente. Poco imaginativos los decorados de Marco Capuana, muy basados en velas que subían y bajaban, recurso que resultó algo pesado. Situó la mayoría de las escenas en cubiertas de barcos para resaltar el espíritu aventurero de la obra. Excelente la iluminación de Andrea Borelli, muy adecuada en todo el discurrir de la trama, y bien el diseño de vestuario de Vera Marzot, sobre todo para los hombres, ya que cayó un poco en tintes estereotipados en el de las odaliscas del harén.

Cuando pocos aficionados daban algo por estas representaciones (a las que, por cierto, acudió público de fuera de nuestras fronteras, dada la rareza del título), los responsables artísticos de la ABAO han conseguido uno de los mejores repartos verdianos de los últimos cinco años. Enhorabuena.

© 2010 by E. Moreno Esquibel/ABAO

* Crónica publicada en Mundoclasico y cedida por su autor para nuestro blog:

http://www.mundoclasico.com/2009/documentos/doc-ver.aspx?id=5326797f-407b-4c9d-8645-eac8b500c53a


miércoles, 17 de noviembre de 2010

Novedades discográficas: Habanera, de Elina Garança

Estupenda idea de la DG de consagrar en un recital en estudio lo que hasta ahora habían sido guiños en recitales de la mezzo letona a un repertorio que necesita glitter e impulso internacional. El hilo conductor del heterogéneo programa es la seducción, el aroma gitano y la música española: un producto, en definitiva, original y con tirón.

Garanca tiene un instrumento maravilloso, mórbido, rico en toda la tesitura, amplio y en este disco lo luce. Por otro lado, es musical, canta con gusto y tiene una sutil forma de conectar, siempre elegante. Una de las mejores cantantes de la actualidad sin duda alguna, de las que crean afición, a pesar de la paradoja Garanca.

Pero en este disco flaquea por muchos sitios.

Por un lado le falta ligereza en el centro, centro-grave, para un repertorio que es todo gracia y agilidad. En la Canción de Paloma la voz le pesa un poco, no digamos ya en el De España Vengo (que deciden hacerlo lentísimo y solemne, supongo que para que pueda hacer las agilidades medianamente decentes). Viene de España, pero en procesión.

Ése es otro problemón: la agilidad es siempre aproximada, a veces incluso totalmente emborronada (en el De España vengo es especialmente evidente). Seguramente por lo primero no se ha atrevido con el bellísimo Cuba dentro de un piano (que reclama a gritos su presencia en un disco como éste), y por lo segundo con Polo (yo habría puesto la Canzonetta Spagnola de Rossini, pero estaríamos en las mismas...). El único sitio donde está verdaderamente mal en el disco es en el Vocalise de Ravel, impreciso, e incluso dudoso de afinación (en las notas picadas sobre todo).

El tercer gran problema es que no tiene un buen grave de pecho (ese sonido abierto y áfono al comienzo de la Canción del amor dolido no es un grave), necesario en este repertorio. En sentido contrario, tiene una intachable homogeneidad en toda la tesitura, pero eso le impide dar el contraste que necesitan las canciones de Falla.

A cambio, una constante regulación del aliento y una canción gitana de Lehar antológica, lo mejor del disco sin duda (y de lo mejor que le he oído nunca). Muy divertido el I'm easily assimilated, que me encanta que lo hayan metido. En la Carmen muy bien, pero eso no es novedad.

Donde realmente tenía curiosidad por escucharla me ha decepcionado un poco. Pero soy tan exigente porque ella es la mejor y con ella se puede. Un disco que dejará insatisfechos a los aficionados al repertorio español (y a los amantes de sus dos mejores intérpretes, Conchita Supervía y Teresa Berganza), pero que puede que genere curiosidad y afición en públicos menos acostumbrados.

fdo. Siddharta

Entrevista en Radio La Muela

La pasada semana entrevistaron a nuestro Presidente, Alejandro Martínez, en Radio La Muela. Aquí tenéis la entrevista que le hicieron, por si os interesa escucharla:

jueves, 11 de noviembre de 2010

Ciclo de Conferencias "Ópera y Poder": Valoraciones y Audio de la Cuarta Conferencia.

De nuevo queremos agradecer vuestra presencia a todos los que nos acompañasteis en la cuarta conferencia del ciclo Ópera y poder. Como sucediera con las tres anteriores, quedamos de nuevo muy contentos con el resultado y con el éxito de asistencia.

Como en el caso de las anteriores conferencias, los que no pudisteis acudir el miércoles tenéis ahora disponible la conferencia de Juan Manuel Aragüés para escucharla cuando queráis:


Juan Manuel Aragüés (Universidad de Zaragoza): "La ópera de Shostakovich en el contexto del estalinismo".

Desde la Asociación Aragonesa de la Ópera Miguel Fleta queremos agradecer a todos los asistentes su apoyo y su seguimiento durante estas semanas. Asimismo, queremos dar las gracias a los conferenciantes por su compromiso y por la calidad de sus intervenciones. También queremos reconocer la generosidad de Ibercaja y del Museo Camón Aznar, que nos proporcionaron los medios y el espacio necesarios para la realización de este ciclo de conferencias.

Estamos trabajando ya en la programación del próximo ciclo de conferencias. Cualquier sugerencia que tengáis al respecto, no dudéis en hacérnosla llegar.

Asimismo, esperamos muy pronto daros noticia del primer recital que estamos trabajando por programar desde la Asociación.

Para que nuestra Asociación siga creciendo es indispensable vuestro apoyo. Por eso os invitamos a ser socios fundadores contribuyendo con una cuota de inscripción de 30 €. En el futuro, cuando podamos programar una actividad más continuada y periódica, pensaremos en establecer una cuota de mantenimiento, trimestral, semestral o del tipo que sea.

Gracias una vez más por vuestro respaldo.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Crónicas de funciones: The Turn of the Screw, Teatro Real, 6 de noviembre de 2010.

El lenguaje de Britten representa, sin duda, uno de los hallazgos estéticos más relevantes del pasado siglo XX. Tanto por su genio musical como por su sagacidad a la hora de escoger los argumentos, temas y textos en los que basar sus óperas puede decirse que el género experimentó con él, y nunca mejor dicho, una auténtica vuelta de tuerca. La experiencia estética que Britten nos propone se distingue nítidamente de la atesorada al cabo del siglo XIX y elabora de un modo personalísimo las vías abiertas por las vanguardias a comienzos del siglo XX. El lenguaje britteniano, en suma, es una tentación constante a pensar y a sentir lo vedado, a transgredir como espectadores aquellas fronteras que a menudo nos vedamos traspasar como sujetos. En el caso concreto de The Turn of the Screw, Britten capta como nadie el espíritu de la obra de James en la que hace pie su ópera. De tal modo que una representación de La vuelta de tuerca de Britten es una inmersión irreversible en un universo marcado por la ambigüedad, la insinuación, las dobles lecturas, las tensiones infinitas no resueltas, la complicidad con las dudas del espectador, la confusión entre lo onírico, lo paranoide y lo real. Se trata, en fin, de una obra maravillosa y absolutamente contemporánea, con la que es difícil quedar indiferente.

Las representaciones que están teniendo lugar en el Teatro Real de Madrid están, por fortuna, a la altura de la obra que se traen entre manos. En buena medida parte del éxito radica en la propuesta escénica de McVicar, que traduce a la perfección el espíritu de la obra de James y la elaboración posterior de Britten. Cuando uno imagina cómo podría ponerse en escena The Turn of the Screw, muy probablemente recree en su mente lo que McVicar pone ante nuestros ojos en esta producción. Maravillosa iluminación (A. Silverman), fabulosa dirección escénica (McVicar) y una escenografía y un vestuario (ambos de T. McCallin) que nos trasladan sin solución de continuidad a la Inglaterra victoriana y al universo fantasmagórico de la obra.

Pero no todas las virtudes están del lado de la propuesta escénica. Vocalmente puede decirse que fue una noche notable. La mejor voz fue sin duda la de John Mark Ainsley, en plena forma vocal, con un enorme compromiso escénico e intérprete, en conjunto, de un notabilísimo Peter Quint, amen de su magnífica intervención en el prólogo. Emma Bell, intérprete del rol de la Institutriz, tardó en calentar y ofreció un registro agudo algo agrio, levemente abierto y extrañamente estentóreo. En el segundo acto se encontró en mejor forma. Dramáticamente no ofreció grandes hallazgos, pero tampoco hizo nada objetable. Una correcta Institutriz, nada más. El comprometido rol de Miles se encomendó en este caso a Peter Shafran, un joven de unos diez años de edad, vocalmente no muy lucido, pero escénicamente impactante, por su maduro compromiso con la obra y con la propuesta escénica. Mejor en lo vocal se mostró, sin duda, Nazan Fikret, la joven encargada de dar vida al rol de Flora. Su voz ha madurado desde que hace ya diez años comenzara a cantar este papel, y está a medio camino entre la voz impúber de una niña de coro y el timbre impostado y vibrante de una soprano. Vocalmente interesante, pues, y dramáticamente tan comprometida como en el caso de Miles, aunque quizá algo mayor para dar plena impresión de ser una auténtica niña. Tanto Marie McLaughlin como Daniela Sindram, intérpretes, respectivamente, de los roles de Mrs. Grose y Miss Jessel estuvieron más que correctas, de nuevo con gran compromiso escénico y sin mácula alguna en lo vocal.

En el plano musical, la dirección de Josep Pons fue sensacional. Llena de detalles, inspirada pero contenida, en suma, una dirección llena de maestría y saber hacer.

En resumen, pues, una sensacional representación de La vuelta de tuerca la vista el pasado sábado en el Teatro Real de Madrid. Ojalá la presencia de Britten se siga mimando en próximas temporadas del Real con un gusto al menos semejante al de estas funciones.

fdo. Spinoza

sábado, 6 de noviembre de 2010

Ciclo de Conferencias "Ópera y Poder": Valoraciones y Audio de la Tercera Conferencia.

De nuevo queremos agradecer vuestra presencia a todos los que nos acompañasteis en la tercera conferencia del ciclo Ópera y poder. Como sucediera con las dos anteriores, quedamos de nuevo muy contentos con el resultado y con el éxito de asistencia.

La próxima conferencia tendrá lugar el miércoles 10 de noviembre y estará a cargo de Juan Manuel Aragüés (Universidad de Zaragoza), que nos hablará de "La ópera de Shostakovich en el contexto del estalinismo". ¡Os esperamos de nuevo!

Como hicimos con las dos conferencias anteriores, los que no pudisteis acudir el viernes tenéis ahora disponible la conferencia de José María Miranda para escucharla cuando queráis:


José María Miranda (Universidad de Santiago): "Ópera y religión en la ópera francesa"

Asimismo, aquí está el Power Point que utilizó el conferenciante en su exposición:

jueves, 4 de noviembre de 2010

Crónicas. S. Keenlyside en Londres

El 22 de octubre, a la vez que Jonas Kaufmann y Helmut Deustch daban su recital en Sevilla, Simon Keenlyside y Julius Drake hacían lo propio en Londres, en Temple Church. Iba con una mezcla de ilusión y prevención porque en algún recital que le había escuchado este verano Keenlyside parecía no pasar por su mejor momento, pero estuvo sencillamente magnífico.

El primer bloque de canciones fue el dedicado a Schubert (invirtieron el orden previsto en el programa), empezando y acabando con dos de mis canciones preferidas, An Sylvia e Im Walde. No sé cómo explicar la sensación que me produce Simon Keenlyside cantando Schubert; si los compositores fueran lenguas, Schubert sería su lengua materna. Es como si Schubert fuera su hogar. Y el mío.

¿Y qué se puede cantar después de Schubert? En este caso, Wolf, cuatro canciones con texto de Möricke. Con algunas excepciones, Wolf no es mi fuerte, y hasta el viernes pensaba que tampoco lo era de Keenlyside, pero cuando acabó la última canción, Lied vom Winde, el corazón se me había desbocado. Llena de matices y a la vez con una fuerza arrolladora... espléndido Wolf.

Tras la pausa llegaban los franceses. Primero Ravel y sus Histoires naturelles, nada fáciles de cantar, porque las letras están llenas de detalles, de ternura y de ironía; hay que ser muy expresivo y muy minucioso para que el público vea a los cinco animales, y os aseguro que ese día estuvieron todos allí. Qué grande ese pavo real atusandose la cola, esperando en vano a su prometida!

Fauré. Aquí apareció la dulzura, las voces acariciantes, el intimismo, una Spleen que sonó como un suspiro... Pero apareció también una exultante Notre amour que irradiaba felicidad...Qué preciosidad de interpretaciones, una tras otra!

Y el recital estaba acabando. Las propinas, tres canciones más de Schubert, entre ellas una monada de canción, L'incanto degli occhi, que Keenlyside dedicó a su mujer. Y nos fuímos felices y agradecidos por haber estado allí, no había más que ver las caras del público cuando salía.

No me olvido de Julius Drake; estuvo estupendo también. Se notaba que el programa estaba muy trabajado y bien ensayado, la acústica de las iglesias suele ser peculiar y en este caso estuvo perfectamente controlada.

Sólo un par de cosas más. La primera es una tontería; comentaba Simon en alguna entrevista que en los recitales salía muy nervioso al escenario y le costaba controlar el movimiento de sus manos. Pues sí, tal cual. No paró quieto durante prácticamente todo el Schubert, dejó el piano lleno de deditos. Y la segunda: habíamos comentado que no parecía sentirse cómodo del todo en las canciones más extrovertidas, que le faltaba un punto de soltura. No os imaginais lo diferente que es en directo, lo cómodo que se le ve, cómo se suelta. Su Wolf fue otro, un Wolf poderoso, incluso fue sorprendente el Notre amour que mencionaba antes. Será verdad que no le gustan los micrófonos.

Lo último, que me olvidaba de una cosita. Antes de empezar el último bloque, SK comentó que entre el público había personas venidas de nosedónde, de Viena and from Spain. ¿From Spain? Esos somos nosotros!

Y ya. Dentro de unos años, otra crónica.

fdo. Sílvia Pujalte