martes, 21 de septiembre de 2010

Crónicas de funciones: Don Carlo, ABAO, 18 de septiembre de 2010.

La actual temporada de la ABAO dio comienzo el pasado sábado 18 con una función de Don Carlo. La representación fue, en líneas generales, muy correcta. Pero quizá eso sea lo peor que puede decirse una representación operística. El problema fundamental, lejos de lo que cabía esperar, no estuvo en el apartado vocal, sino en la flojísima (yo diría que inexistente) dirección escénica y en la morosa y torpe dirección musical, que erró los tempi, uno tras otro. Si ambos apartados hubieran estado al mismo nivel que el rendimiento general de los cantantes, hubiera sido un gran Don Carlo. Sin embargo, quedó en un correcto y notable Don Carlo. Disfrutable, pero no sensacional.

Vocalmente destacó Scandiuzzi, al que escuché muy mermado y flojo en Zurich hace dos años como Fiesco, deslumbró con un Felipe italianísimo, con un timbre de bajo cantante auténtico, sin problemas de tesitura, sin apenas tiranteces. En fin, que aluciné viendo a un Felipe II tan bueno tal y como está el panorama actual de bajos verdianos. Me lo esperaba justísimo y tirante y estuvo convincente y cómodo. Su manejo del texto, sus acentos y su fraseo, dignos de un grande. Como ya se ha dicho, en la mejor tradición de los grandes Felipes del pasado siglo (Siepi y Ghiaurov). Bravo.

Stoyanov posee una voz de barítono con un centro noble, auténtico, rotundo, y con los extremos algo más limitados, tirantes e irregulares. Su posa fue de una pieza, y no cabía pedirle medias voces y grandes dinámicas en el fraseo, pero resultó noble, no se precipitó en inflexiones veristoides y regaló un "Per me giunto" admirable. Tal y como está el panorama de barítonos verdianos, firmó un más que decente Posa.

Aronica hizo un Don Carlo arrebatado, pero no del todo arrebatador. Su voz es la de un tenor italiano auténtico, bien dotada por arriba y por el centro, pero con limitaciones técnicas evidentes en el pasaje. Cuando éste se resuelve, el agudo suena pleno, liberado y squillante. Pero las transiciones por el pasaje derivan en notas calantes, titubeos hacia el gallo, etc. En esas condiciones, es imposible cantar a media voz. Así que su Don Carlo fue italianísimo y ardoroso, sin duda un joven pasional, pero con limitaciones a la hora de recrearse en la partitura. Creo que esas limitaciones técnicas le llevaban a sentirse algo inseguro como para dejarse ir y disfrutar con el fraseo. En todo caso, para lo mal que me esperaba que sonase, creo que salvó el rol con algo más que correción. Por cierto, visto en directo, el rol de Don Carlo parece mucho más comprometido de lo que se antoja en disco. Y la ausencia de Don Carlo hasta el último acto es una genialidad verdiana que daría mucho para comentar.

Cornetti firmo una Éboli para quitarse el sombrero. Una voz de mezzo italianísima, auténtica, redonda, con agudos squillantes, con graves coloreados con registro de pecho, con un fraseo teatral, y con una coloratura más que aseada. Me pareció una mezzo verdiana como la copa de un pino, francamente. Deseando estoy de poderle escuchar una Azucena. Magnífica tanto en la canción del velo como en el "O don fatale". Y se salió (y se comió a Aronica y a Stoyanov) en el terceto del jardín. Fabulosa Éboli.

Raspagliosi. Sin duda la más floja de la noche. Una voz de lírica sin apenas temperamento. Un agudo sin pegada, un fraseo anodino, una sensación general de pan sin sal y mosquita muerta que nada tiene que ver con el mar de dudas y pasiones que atormentan a Elisabetta. Ni vocal ni dramaticamente estuvo a la altura. No es que sea una mala cantante, pero es si acaso una buena candidata para Adina, no para un rol dramático verdiano como Elisabetta. En fin, que el papel le quedó grande de forma evidente.

El Gran Inquisidor de Luiz-Ottavio Faria fue magnífico. Fue un gusto lo bien que él y Scandiuzzi sirvieron el encuentro entre Felipe y el Inquisidor. Momentazo.

Giancarlo del Monaco. Su dirección escénica fue flojísima. Digna de festival fin de curso. Los gritos que se escuchaban en los entreactos a telón bajado y que yo supuse suyos, no me parecieron muy correctos, por decirlo de algún modo. La propuesta escénica es bastante anodina. Sólo un par de guiños interesantes al libreto (Éboli paseando por la estancia de Felipe segundo antes de su monólogo, dejando entrever su posible relación), a cambio de un sinfín de sinsentidos (el vestuario del Inquisidor en su primera aparición, la muerte de Don Carlo al final...). Ven, cuando comentábamos los límites para intervenir sobre el libreto, tengo muy claro que la intervención que se planteaba en el Onegin de Madrid tiene sentido, porque generaba significado, mientras que la propuesta ayer por Del Monaco es innecesaria, porque no genera nada salvo estupefacción ante el sinsentido.

La escenografía de Centolavigna insiste en la manía de generar propuestas modulares, al modo de lo que vimos en el Boccanegra del Real, con una serie de elementos fijos en torno a los cuales se van generando los espacios propios de cada escena. Será muy barato, a lo mejor, o lo considerarán algunos muy ingenioso y simbólico, pero me parece que tener la sensación de estar siempre ante la misma escenografía, como si toda la ópera se desarrollase en la misma sala/jardin/plaza/despacho/prisión, no es un gran hallazgo, sino una pobreza notable por parte de la escenografía propuesta. Así pues, mejorable con creces.

Frizza, como ya he dicho, no aportó gran cosa, acelerando cuando los cantantes reclamaban aliento y la música verdiana necesitaba deleite, y sonando plomizo cuando el nervio verdiano pedía ritmo y garra. Equivocó los tempi y eso lastró el desarrollo del drama en varios momentos. Pero bueno, la orquesta sigue siendo dignísima, y no hubo demasiados desajustes molestos (alguno sí, eh, entrada a destiempo incluida de un clarinete, etc.)

domingo, 19 de septiembre de 2010

Crónicas de funciones: Eugene Onegin, Teatro Real, 11 de septiembre de 2010.

La presente temporada del Teatro Real arrancó la semana pasada con unas funciones de Eugene Onegin, de Tchaikovsky, a cargo de las huestes del Teatro Bolshoi de Moscú. Eugene Onegin es una opera magnífica, romanticismo en grandes dosis y música arrebatadora. La puesta en escena propuesta por Tcherniakov se antojó maravillosa, una auténtica delicia. Es difícil encontrar una mejor propuesta escénica para Onegin hoy en día. Sin duda una propuesta escénica referencial, junto al Onegin de Carsen. La dirección musical y la orquesta tendieron a ser de trazo grueso, pero también se recrearon como era de esperar con algunos momentos del más inspirado Tchaikovsky.

Monogarova, intérprete de Tatiana, posee una voz deliciosa y la maneja con soltura. Sus medias voces y un par de filados que dejó caer resultaron escalofriantes. Estupenda Tatiana, en suma. El Onegin de Kwiecien fue correcto. No es un barítono por el que cruzarse media Europa, pero su Onegin es intachable. No hace una creación personal, pero vocalmente es más que suficiente. Dolgov, intérprete de Lenski, estuvo francamente bien en el momento del "Kuda", y algo más irregular en las escenas previas. No era Lemeshev reencarnado, desde luego, pero tampoco un tenor desdeñable. Además recreó su Lenski comprometido plenamente con la propuesta escénica. El peor de la noche fue sin duda Kotscherga, firmando un Gremin inenarrable y bochornoso.

Resumiendo, pues, unas funciones disfrutables, las de este Onegin madrileño, donde todo fue en general correcto, sin destacar nada deslumbrante. Sobre todo hay que mencionar la maravillosa la propuesta escénica de Tcherniakov, digna de verse y recordarse.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Crónica de la Final del Concurso Internacional de Canto "Montserrat Caballé"

Ante un tercio de aforo del Auditorio de Zaragoza con la presencia de la soprano Moserrat Caballé y de su esposo Bernabé Martí, en el palco de autoridades, acomodados en el mismo pero discretos para no restar protagonismo a los cantantes y al jurado, tuvo lugar la final del concurso que lleva su nombre.
Siete sopranos, una mezzo, un contratenor y tres barítonos de Francia, Colombia, Estados Unidos, Rusia, Georgia, Nueva Zelanda, Uruguay, China, Alemania y Portugal participaron en la velada con arias de Mozart, Puccini, Gounod, Donizetti, Giordano, Gluk, Verdi y Bizet. Todos acompañados por la Orquesta Filarmónica de Pilsen -una cinquentena larga de músicos- bajo la dirección de José Collado. A pesar del volumen de los metales, el director acompañó a los candidatos sin ahogarlos y brindándoles su apoyo musical.
Ganó el barítono norteamericano Sidney Outlaw con "Per me giunto... o carlos ascolta" de Don Carlo. Mi apuesta personal fue para el quedó en segundo lugar, el neozelandés Philipp Rhodes con "Nemico della patria" de Andrea Chenier (el público presente podía ejercer su voto para la concesión de un premio del respetable). Ambos barítonos arriesgaron, más el norteamericano por la dificultad del aria verdiana, pero... qué difícil es ser jurado.
En todo caso ante un premio, mejor arriesgar que cantar unas segudillas de Carmen o arias puccinanas que tan sólo sirven para un guiño al espectador complaciente.

johnny guitar

sábado, 11 de septiembre de 2010

Crónica de funciones: Iphigenie auf Tauris en el Liceo.

Interesante comienzo de temporada en el Liceu de Barcelona. Se ponía en escena la obra de Gluck Iphigenie auf Tauris, en la versión escénica para ballet que ideara la malograda Pina Bausch al principio de su carrera, allá por los años 70. Realmente fue una noche donde ballet y ópera salieron triunfantes. La versión se centra en la danza y por eso los cantantes están en un segunda plano (en los palcos de proscenio los solistas y en el foso el coro) para que nada interfiera (ni unos necesarios subtítulos) en la percepción del baile y sus ejecutantes. Esta concepción resaltó la belleza de la coreografía de Bausch y su percepción de la tragedia griega. Líneas limpias, sobriedad y elegancia son los elementos con los que juega la coreógrafa para transmitirnos el drama de Ifigenia, Orestes y sus acompañantes. Imponente el plantel de danzarines, pero destacaría los protagonistas masculinos, Pablo Arán y Fernando Suels que demostraron un nivel de primera categoría.

En el lado estrictamente musical cabe destacar la fuerza vocal y la clase de Christopher Maltman, la solvencia y dominio de la partitura de Elisabete Matos y la bella voz de Nikolai Schukoff. Excelente las prestaciones del Coro de Cámara del Palau y solvente la Orquesta Sinfónica de las Tierras de Lleida que para no ser un conjunto con renombre resolvió su trabajo sin problemas al mando de Jan Michael Horstmann.


domingo, 5 de septiembre de 2010

Concurso de Canto Montserrat Caballé - Auditorio de Zaragoza

Como cada año desde hace una década, Montserrat Caballé regresa al Auditorio de Zaragoza para dar comienzo al concurso de canto que lleva su nombre.


Desde la Asociación celebramos que este concurso tenga lugar en nuestra ciudad, pero lamentamos al mismo tiempo que el vínculo de la familia Caballé con el Auditorio no se traduzca en frutos más relevantes en materia de programación lírica. ¿Tan difícil es un compromiso abierto y sincero del Auditorio con la lírica? Parece que sí...

Sea como fuere, recomendamos asistir como oyentes a las Clases Magistrales que Caballé impartirá la próxima semana en el Auditorio, y asimismo la asistencia al concierto de clausura con los ganadores del concurso de canto.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Teatro Principal de Zaragoza - Temporada 2010-2011

Si uno es un sibarita de la voz o pretende añadir a su curriculum como aficionado lírico dos nuevas óperas -La Vida breve y Cavalleria rusticana - y una zarzuela -La Corte de Faraón- abstégase de venir al Principal zaragozano. Si por el contrario quiere ver a Lota cimbrearse cual junco en el Nilo faraónico y a Turiddu muriendo en un duelo con los gritos desagarradores de su Mamma Lucia y, sin importarle los solistas, la mínima orquesta que estará en el foso y con una escenografía más próxima a los años ochenta que a los del siglo XXI, acuda. Pero luego no se lleve a engaño. La lírica en las grandes ciudades -y medianas ciudades españolas y europeas- va por otros derroteros y estas mínimas funciones que se representan en el Teatro Principal de Zaragoza son un sufrimiento para el buen melómano.

Si la danza y el teatro que el espectador ve en el Principal, a través de compañías nacionales e internacionales, públicas y privadas, son de una altísima calidad, no ocurre lo mismo en dicho Teatro con espectáculos líricos, más próximos a otros escenarios, otros públicos y a otra crítica que debería ser más exigente. Si el zaragozano -o aragonés- descubriera lo que se representa en coliseos próximos a nuestra ciudad -no más allá de 350 kms a la redonda-, con buenos transportes y accesos a las entradas on-line, vería un mundo que hasta la fecha los gestores culturales aragoneses nos veta. ¿hasta cuándo?

Enlace a la noticia con la presentación de la nueva temporada del Teatro Principal de Zaragoza:

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Enlace a otra noticia donde se comenta la presencia en algunos cines de nuestra ciudad de retransmisiones de ópera desde el Met:


Lamentamos que haya que conformarse con retransmisiones de funciones maravillosas que tienen lugar a miles y miles de kilómetros, mientras no hay esfuerzo alguno para que los contados espectáculos líricos de nuestra ciudad alcancen la calidad deseable para una ciudad del tamaño y relevancia de Zaragoza.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Crónicas de funciones: Festival Puccini, Torre del Lago

El pasado 22 de agosto finalizó la 56 edición del Festival Puccini de Torre del Lago. A lo largo de 17 noches el Festival ha puesto en escena este verano Madama Butterfly, Tosca, Turandot y la Fanciulla del West. A dos pasos de la Villa Museo Puccini, donde el compositor vivió y trabajo cerca de 30 años, el Gran Teatro all´aperto recibió junto al público italiano a numerosos aficionados alemanes, ingleses, finlandeses y noruegos en su mayor parte, para los que el Festival Puccini resulta ser el mayor atractivo para pasar sus vacaciones en la Toscana. Su calidad viene asegurada cada año por el maestro Alberto Veronesi, director artístico del mismo.

Tuve la suerte de poder asistir el pasado 28 de julio a la Gala Lírica ofrecida por la soprano Renée Fleming y por la Orquesta del Festival Puccini dirigida por Alberto Veronesi. ¿Se imaginan? Noche de pleno verano, luna llena junto al lago, una gran orquesta en el escenario y una maravillosa cantante a la que el público pedía más música de Puccini (vogliamo Puccini, gritaban) pero que no pudo sustraerse a cerrar su actuación con el Summertaime de Gershwin. La noche en verdad lo requería.

fdo. Enrico di Fatto