sábado, 23 de julio de 2011

Crónicas de funciones: Don Giovanni, Munich, 17/07/11


Hay propuestas escénicas innovadoras, provocadoras y sin embargo interesantes. Y hay otras que encajan en las dos primeras categorías pero fallan estrepitosamente en la tercera. La visión de Don Giovanni ideada por Stephan Kimmig para la Ópera Nacional de Baviera que hemos visto en Munich esta temporada es del segundo grupo. Elementos gratuitos (el anciano que aparece en escena en varias ocasiones), incongruencias (un protagonista nihilista y salvaje en el primer acto convertido en un simpático amo de casa en el segundo), detalles traidores al libreto (Don Giovanni cantando la serenata a Donna Elvira)… nada que empañara la maravillosa música de Mozart, en cualquier caso, pero el mensaje que apetece lanzar al señor Kimmig es “si no puedes mejorarla, déjalo estar”.

Dejando caer la producción, pues, en un benévolo olvido, he de destacar como la protagonista de la noche a la orquesta magistralmente dirigida por Constantinos Carydis. Pocas veces he oído tanta expresividad, tantos detalles sonoros saliendo del foso. Unos tempi completamente adecuados a lo que pasaba en escena, unos pianissimi increíbles, unas pausas llenas de dramatismo, una dirección que acariciaba la partitura… Vocalmente, sin embargo, la noche fue irregular. En el sector sobresaliente, una vez más, Gerald Finley como protagonista. A estas alturas de su carrera Finley tiene el papel tan interiorizado que parece cantar sin esfuerzo. Matizando como nos tiene acostumbrados, no se le puede poner un pero.


Alex Esposito cantaba Leporello. Con una voz grande y bien proyectada, su timbre un tanto tosco pone un contrapunto adecuado con la delicadeza de la voz de Finley. Buen actor, podría objetarse que cargara demasiado las tintas en el histrionismo del personaje. Se llevó la gran ovación de la noche.

De las tres damas hay que darle la mejor nota a Laura Tatulescu como Zerlina. Muy musical, con una línea de canto elegante y un timbre homogéneo, apetece escucharla de nuevo a ver cómo evoluciona. Véronique Gens no estuvo acertada en el primer acto, con unos agudos estentóreos e incapaz de regular las dinámicas. Mejoró bastante en el segundo, marcándose un Mi tradi l’alma ingrata notable. Sin embargo en conjunto fue una Donna Elvira algo decepcionante.

También irregular Erin Wall como Donna Anna, aunque en media mejor que Gens y especialmente maravillosa en su aria del segundo acto, demostrando notable poderío vocal. Solvente Phillip Ens como el comendador en su pequeño papel. Y dejo para el final lo peor de la velada: Levente Molnár como Masetto, completamente fuera de estilo, intentando suplir su falta de recursos vocales con exagerados movimientos escénicos y Joseph Kaiser como Don Ottavio. Tal vez tuviera una mala noche, tal vez el papel sobrepasa su capacidad vocal, pero fue incapaz de llevar a buen puerto un papel tan extraordinario, musicalmente hablando, como el que Mozart escribió para el tenor. Especialmente difícil fue su subida al agudo, donde desafinó notablemente, tanto que incluso recibió varios abucheos tras su segunda aria.

Una representación con luces y sombras, por tanto, disfrutable, pero que, con un reparto más homogéneo, se habría convertido en inolvidable.


fdo. Alicia Cano

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