jueves, 24 de noviembre de 2011

Crónicas de funciones: Le Grand Macabre, de Ligeti (Liceo, 19/11/11)


El sábado pasado acudí al Liceu para el estreno en España de la única ópera del compositor húngaro Gyorgy Ligety El gran macabro. Con bastante aprensión, confieso, al encontrarme ante una obra completamente desconocida para mí y de la que he oído opiniones para todos los gustos.

A la salida del teatro, mi estado de ánimo era completamente distinto. Había disfrutado enormemente, me había divertido y, en suma, había asistido a un espectáculo teatral, en el más puro sentido de la palabra. Pero vayamos por partes.

Empezaré matizando que esta crónica es resultado de un primer acercamiento a la obra, con todas las limitaciones que eso supone. Pero, contrariamente a lo que uno pudiera pensar, el Macabro es una ópera que resulta cercana a un espectador neófito. Siempre que uno acepte sus reglas, claro está. Quien acuda pensando en Il Trovatore se va a ver fuertemente decepcionado.


¿Qué es El gran Macabro? ¿La anti-ópera, como llegó a afirmar su autor? Yo me atrevería a corregirle diciendo que me parece una semi-ópera. Ópera a veces, a veces teatro. Donde los personajes sobre el escenario tienen que ser más actores que cantantes. Donde no hay melodía. Y sin embargo, es rabiosamente ópera, con esa abundancia de sensaciones transmitidas a través de la orquesta, a través de la escena. No sé qué es El gran Macabro, pero sí sé que nunca había visto u oído nada que se le pareciera.

Y por fin llego al quid de la cuestión: el Macabro tiene que verse sobre el escenario, se sustenta sobre una escena y no creo que soportara con éxito una representación de concierto. Es que es cualquier cosa menos música de concierto.

Por tanto, creo que la verdadera protagonista de esta serie de veladas del Liceu es la producción de la Fura dels Baus. Que es la magnífica composición de Álex Ollé la artífice del éxito de esta ópera en los últimos años en los teatros que ha visitado. A la salida del Liceu discutía con un amigo buen conocedor de la obra sobre la adecuación o no de la idea de la Fura a la ópera. El no estaba convencido, yo, sin embargo, entusiasmada. Creo que la Fura ha aprehendido a la perfección la esencia de la comedia del absurdo que representa el Macabro: la sucesión de situaciones cotidianas, extraordinarias de puro ordinarias. La elevada filosofía de los personajes más bajos (como Pier the Pot). La minúscula relevancia de la mayor tragedia (la muerte, en el personaje de Nekrotzar). Las urgencias terrenales de los amores perfectos (Amando y Amanda). En fin. Tutto nel mondo è burla. Y la Fura, con una dirección de actores como nunca les había visto, bordan sencillamente la traslación del libreto a imágenes. Incluyendo el no tomarse a sí mismos demasiado en serio. Solo puedo decir que “Thriller” ya no volverá a ser lo mismo.

Eso sin mencionar el prodigio técnico de la escenografía, con la superposición de vídeo sobre la figura gigante creando un juego de imágenes que uno no se puede perder, y al que no creo que una edición en dvd le pueda hacer justicia. Eso sin mencionar la maravillosa iluminación de Peter van Praet.

En lo musical, Michael Boder resolvió la papeleta con soltura. Creo que la partitura del Macabro puede parecer engañosamente sencilla, pero la orquesta sigue tan de cerca al libreto, acompaña con sus exabruptos, con sus pianísimos, con sus silencios, tan fielmente a la historia, que hay que estar muy atento para dar a cada compás la entonación, la intención justa.


Vocalmente, no creo que estemos ante una obra para que un cantante se luzca. Un amigo mío diría que el Macabro pertenece a esa serie de óperas que no pueden tararearse en la ducha. Digamos pues que los cantantes cumplieron, destacando más como actores (¿es ópera, entonces?). Chris Merrit construyó un bonachón Piet, acompañado de un Frode Olsen apenas audible como Astradamors. Werner van Mechelen cumplió como Nekrotzar, aunque seguramente fue el menos versátil de la noche y le faltaba un punto de fuerza para llegar al personaje. Ning Liang era Mescalina, que también cumplió. Mejor Brian Asawa como Gogo, aunque diría que su papel tiene tanta parte cantada como hablada.

Dejo para el final lo mejor del reparto: las dobles parejas de Ana Puche e Inés Moraleda como Amando y Amanda, muy bien compenetradas en el dúo, y Francisco Vas y Simon Buteriss como el Ministro Blanco y Ministro Negro. Finalmente, Barbara Hannigan doblando a Venus y Gepopo, estuvo sencillamente espectacular, especialmente en la escena del segundo personaje.

En resumen, no sé si el Macabro es ópera o no. Pero si pueden, no se la pierdan.

fdo. Alicia Cano

1 comentario :

Ronal dijo...

Es una anti-antiópera...