martes, 15 de noviembre de 2011

Crónicas de funciones: Die Walküre, Teatro de la Maestranza, Sevilla, noviembre 2011


A continuación, un par de crónicas, levemente dispares en algunos puntos, sobre las funciones de Die Walküre programadas por el Teatro de la Maestranza de Sevilla en este mes de noviembre. La primera crónica corresponde a la función del estreno y la segunda a la del lunes 14.



Función del estreno

Para mi, la noche del pasado viernes fue mágica. Fue de esas representaciones que queda para siempre grabada en el personal libro de experiencias operísticas. ¿Fue una función perfecta? Eso es muy difícil hoy por hoy y menos con Wagner. Pero hubo muchas pinceladas de maestría y, sobre todo, hubo tres pilares sobre lo que se le levantó una noche muy especial.

El primer pilar fue Pedro Halftter. Creo que el aficionado de Sevilla va ha haciendo justicia a este gran director. Personalmente es casi la razón principal por la que me desplaze al Maestraza. No sólo ha aportado a lo largo de estos años su maestría si no que ha puesto en escena obras infrecuentes pero de una indudable calidad y que son muy difíciles de ver en nuestro país. Su dirección de la Walkiria fue muy ponderada, siempre atenta a los cantantes, elegante y lírica, sin pecar en excesos, premeditadamente lenta, buscando más la intimidad que el dramatismo y la pompa. Fue genial oír a esa extraordinaria Sinfónica de Sevilla (que también pecó de algún despiste sobre todo en los vientos).

Una Walkiria con un buen Wotan es impagable y ese fue otro de los méritos de la representación. Volle estuvo enorme, genial, con una voz perfecta para el papel, matizando, interpretando, viviendo su papel. Ya se ha dicho la perfección de su confesión del II Acto, cuando fue poco a poco desgranando su fracaso como dios. Lo mejor de la noche vocalmente, sin duda.

Había visto la puesta de la Fura en los dvds de Valencia. Ganas me dieron de tirarlos en cuanto volviera a casa. Nada que ver con la maravilla que es ver esta excelente recreación de la Tetralogía en directo. El sentido poético de la obra no se olvida en manos de la tecnología si no que esta se pone a su servicio haciendo que sientas todas las pasiones que fluyen por la obra. No me gustó el vestuario pero eso era lo de menos ante la extraordinaria concepción de la dramaturgia wagneriana. Una obra como esta bien dirigida teatramente vale el triple.

De el resto, todo estuvo entre el bien y el sobresaliente. Abajo del nivel musical podría la Fricka de Vermillon, aunque le daría un bien. Bravo por el Sigmund de Ferrero. Torear con ese toro germano siendo de una tradición musical tan distinta merece todos los elogios. No es una voz heroica pero cantó con muchísima intención. El más flojo en pontencia vocal. Excelente Lang como Siglinde, aunque a veces chillona y basta, pero es que vivía en una caverna, y preparaba pata de jamón chamuscada. Mejoró mucho en el II Acto y lo bordó en su frase del III. Herlitzius fue una Brunilda rebelde y ágil, con una voz adecuada para el papel, entregaa y vivaracha como atriz, resuelta y valiente en lo musical. No será de referencia pero se defendió como una jabata. Bien, muy bien las walkirias (excepto una, mezzo, que se oía viejuna -siento no saber su nombre pero terminaba en inde-).

Que gran noche, como disfruté, como lloré en los adioses, como aplaudí, como agradecí que Wagner sea bien servido. No hacen falta grandes estrellas (que siempre vienen bien), hace falta ilusión, una gran batuta y alguien que dirija la escena amando a don Ricardo. Siempre a sus pies.


fdo. Javier del Olivo



Función del lunes 14

Acudía con mucha ilusión y grandes expectativas a esta función de La Valquiria. Sobre todo, por tanto leído en estos últimos años sobre la puesta en escena de la Fura. Y también, es cierto, por un cast un tanto desconcertante y por un foso del que esperaba mucho. Y... no todo fue tan estupendo. Me alegra mucho leer lo mucho que disfrutó mi querido Stiffelio. Yo lo pasé muy bien, me emocioné al final, pero encontré muchos claroscuros en la función. Vamos por partes...

Empecemos por Ferrero. Nunca antes le había escuchado, así que ignoro cuál ha sido, en concreto, su evolución vocal. Estoy al tanto de qué cantaba antes, pero me cuesta imaginar que esa voz fuese la de un lírico limitadito. Para nada. De entrada, cuestiono lo dicho aquí por otros asistentes, ya que desde paraíso no aprecié problema alguno de volumen, ni de proyección. Y aquí hay que matizar, porque se confunden algunas cosas, creo. Es evidente que la de Ferrero no es una voz de spinto, ni de heldentenor sobrado; no es más que un lírico con peso, pucciniano, que va bien arriba, que canta seguro. La voz está bien colocada, corre, tiene presencia, volumen, técnicamente no es reprochable. Pero las facultades naturales no le han dado un grave más que correcto y justito de volumen, aquí sí, básicamente porque tiene que descolocar un poco para encontrarlo. Y carece también de un centro terso, acariciador, tan importante para el segundo acto, donde precisamente estuvo más flojo. En todo caso, salvó un Siegmund con muy buenas impresiones. No hay que olvidar que era su segunda función con el rol. Aunque se veía que el papel está cogido con pinzas todavía, es muy meritorio sacar adelante con tanta convicción un rol tan importante. Su primer acto fue irregular, sobre todo por dos problemas: uno escénico, que es su pasividad, pues se le vio muy poco metido en la dinámica de la Fura; y otro vocal, pero no técnico, sino de prosodia, ya que tiene un alemán mejorable, por dicción y por fraseo, sobre todo. La dinámica de la frase wagneriana sonaba demasiado pucciniana, digamos. Y cada fraseo demanda lo suyo. Se comió también alguna nota, caló alguna otra, todo ello pecata minuta, pero hay que reseñarlo. Valoración final, pues, notable alto. Sí, porque no fue espectacular, no fue arrebatador, pero fue convincente, y me alegró encontrar a un cantante español que canta sin forzar un rol que demanda lirismo y peso vocal a partes iguales. ¿Una encarnción limitada? Por supuesto... pero está en el buen camino y me pareció un Siegmund muy meritorio para ser su segunda función con el rol.

Lang compuso una comprometida Sieglinde, en el doble sentido del término: muy comprometida con el concepto de Sieglinde de la puesta en escena, con ganas de dar mucho de sí vocalmente; pero también comprometida en el sentido de algo limitada, condicionada. En concreto, condicionada por unas facultades vocales que ya se muestran mermadas. La voz está cada vez más agría, no es bella, no es tersa, pero arriba, cuando todo entra, tiene pegada, se despliega y ofrece un metal importante. Pero eso no pasa siempre, es irregular. Y el grave no está, por mucho que lo busque. Además, tarda en calentar la voz y no compone la Sieglinde lírica, jóven, entre inocente y luchadora, esa mujer que descubre un mundo fuera de Hunding, sino una lectura mucho más enfática, con apenas "mundo interior", digamos. Fue a más, desde un muy bueno "Du bist der Lenz" hasta el final del primer acto, y lo dio todo, al borde del fallo, durante el segundo acto. Así pues, brava por darlo todo, pero... las limitaciones fueron evidentes.

El Hunding de Ulyanov fue un auténtico troglodita, derrochando voz de forma muy poco productiva. Se limitaba a sonar y sonar, y desaprovechó dos o tres inflexiones clave en el texto, para hacer otras cosas. Voz había, y por arrobas, pero... poco más.

El mejor de la noche, sin la menor duda, fue un sorprendente Volle. Curiosamente, era el que más reservas me generaba dentro del cast previsto. Siempre he tenido a Volle por un decente y correcto barítono lírico, pero con unos medios limitados y un canto de un lirismo un tanto tosco. Ahí está su buen Beckmesser, como ejemplo de lo que yo tenía en mente antes de la función. Pues bien, todo lo contrario, se superó a sí mismo, y con creces, y me convenció desde su primera intervención hasta sus maravillosos adioses. Emocionatísimos esos últimos cuarenta minutos de música, todo el dúo con Brünhilde y su largo monólogo. Qué forma de decir, de sentir el texto, de mirar a su hija, y sin forzar en ningún momento la voz, siempre con una colocación impecable, una voz homogénea. Sus anteriores intervenciones fueron geniales. Recuerdo claramente esos dos impactantes "Das Ende" y también los dos "Gehe" que acaban con Hunding. Estuvo genial ahí. Puro teatro cantado. Grande, grande. Me emocionó mucho el final de la función. Así pues, un Wotan de altura, como no imaginaba encontrarme. La voz carece de graves notables, pero eso no es problema en un intérprete que basó su retrato del papel en mucho más que puro efectismo vocal en dos o tres momentos puntuales. Lo que hizo Volle fue un retrato completo y complejo, vocalmente bien servido y escénicamente intenso. Bravísimo, por tanto.


Vermillion y Herlitzius estuvieron bien. Sobre todo Brünhilde, durante todo el tercer acto, hizo una gran labor, muy escénica, vocalmente en forma. El segundo acto fue más flojo, también tardó en calentar la voz, pero en conjunto fue una BrÜnhilde más que aseada, lo cual ya es mucho vista la complejidad vocal del papel. Y Fricka sí que adolece de una técnica más precaria, es una cantante menos imaginativa, pero a cambio entendió perfectamente el papel, en lo dramático, y se ajustó por completo a la propuesta de la Fura. Vocalmente no fue espectacular, pero sí más que digna.

El foso y Halffter: de notable muy alto, digamos. Es una lástima que Halffter se haya conformado con una lectura efectista, de grandes rasgos, de subrayados de brocha gorda, y no acuda apenas a crear tensiones, a detener el tiempo, buscar la magia. Buscó un sonido limpio, grande, lujoso, reconocible, una lectura firme, directa, pero también de un sólo trazo. Me pareció muy flojo su trabajo con los cantantes. He leído en otras crónicas, en prensa, que frenó el volumen de la orquesta para no taparlos. Para nada... no diré que metiera "ruido", porque aquello no era ruido en ningún sentido, pero sí buscó volumen y sonido. No me dio la impresión de quedarse con las ganas de meter más volumen al foso. Pero decía que me pareció flojo su trabajo con los cantantes porque no les daba apenas la más mínima entrada. Lo cual no es un problema en sí mismo, salvo cuando un cantante te lo reclama de forma evidente, como le sucedió a Ferrero durante el segundo acto, en un par de ocasiones, que buscaba la referencia de Halffter sin encontrarla, así que entró a destiempo en dos intervenciones, una levemente antes y otra levemente después. Eso Halffter lo podía haber evitado perfectamente. También hubiera podido ordenar mejor el coro de valquirias, que sonó un pelín aturullado (buenas voces, a todo esto). La respuesta del foso fue en general muy buena. Salvo alguna pifia menor del viento metal, todo estuvo en orden, destacando la muy alta calidad de las cuerdas. Así pues, la parte musical fue de muy alto nivel, pero podría haber dado mucho más de sí, con un Halffter menos conformista y resultón.


Sobre la puesta en escena de la Fura... buff... tanto que decir. No diré que me decepcionó, pero sí diré que me supo a poco. Me pareció un poco previsible y con más inconvenientes que hallazgos, en una valoración global. Doy por seguras de antemano dos cosas: la primera, que no estaba demasiado ensayado el trabajo escénico en estas funciones del Maestranza, por lo que me han comentado varios amigos que ya vieron este Anillo en Valencia, mucho mejor engranado. Por tanto, hubo un problema de preparación que hizo que no todo funcionara cómo y cuándo debiera. Y en segundo lugar, doy por supuesto que la propuesta escénica para esta jornada cobrará más sentido vista en el conjunto general de todo el Anillo tal y como la Fura lo ha trabajado. Vista, sin embargo, la Walkiria aislada, hay muchas cosas que me dejaron un sabor agridulce.

La primera, las proyecciones: en algunos momentos, hermosísimas y muy bien traídas, muy en sintonía con lo que sucedía en el foso, pero creo que son un elemento del que se abusa, confiando a él demasiados momentos de la función. Se me hicieron un tanto repetitivas, casi previsibles. Una lástima, porque en dos o tres momentos, sobre todo en el final del primer acto, el efecto es magnífico.

El segundo elemento que me genera dudas son las gruas que elevan, traen y llevan a diversos personajes desde el segundo acto. Sé que son un guiño a los móviles originales, etc, etc... pero... ¿nadie se ha dado cuenta de que es muy cansino ver a los técnicos constantemente en escena, como moviendo los hilos de esos gigantescos guiñoles? A mí me pareció más contraproducente que un hallazgo. Dicho de otra manera: muy vistoso, pero no me decía nada sobre lo que estaba pasando en escena. Muy vistoso, repito, pero muy vacuo. Puro derroche "técnico" que no me llevaba a ninguna parte. Vistoso sí, desde luego, eso no lo negará nadie. Pero a mí se me hicieron un poco cansinas las grúas tanto rato en escena.

Y el tercer elemento, el más descacharrante, es el móvil que aparece al cierre del segundo acto. Totalmente inutil, probablemente muy caro, tanto por los costes de la propia estructura como por la cantidad de gente que moviliza para montarlo, y... ¿para qué? Totalmente ausente de significado. Igual es que no le pillé el punto a esa propuesta, pero me pareció innecesario.

Así pues, la puesta se queda en dos o tres hallazgos escénicos del primer acto (esa Sieglinde atada, como un perro, por ejemplo), una iluminación bien pensada, dos o tres guiños efectistas (pero muy caros, supongo), y un hermoso final del tercer acto (pero no memorable, ya que hemos puesto de moda la palabrita de marras...). Tanto escuchar y leer sobre la puesta de la Fura y... me supo a poco. Igual es que mis expectativas eran muy altas... No me pareció una mala puesta en escena, en absoluto, pero sí una propuesta sobrevalorada. Qué le vamos a hacer..

fdo. Alejandro Martínez

1 comentario :

Anonymous dijo...

que puesta de mierda!!!!!
déjense de joder hijos de puta