domingo, 15 de mayo de 2011

Crónicas de funciones: Lucia di Lammermoor, ABAO, 14/05/11

Breves palabras sobre el estreno, ayer, de las funciones de Lucia di Lammermoor con las que la ABAO concluye la función. En general, un nivel global altísimo. De lo mejor que yo he presenciado en el Euskalduna, sin duda.

Damrau es una cantante de 9, capaz de hacer cosas de 10, pero quizá pelín sobrevalorada por efecto de su dimensión mediática. De ahí que algunos quizá esperasen escuchar algo sobrenatural y no, no se escuchó nada sobrenatural. Se escuchó a una soprano con unos medios privilegadísimos, cada vez menos ligera y más lírica, con un sobreagudo que abajo y de cerca se escuchaba con nitidez pero que quizá no llenaba la sala. Pero es una voz homogénea, con los extremos desahogados, con presencia, que corre, etc. El "Verrano a te" y la escena de la locura compensaron una función que comenzó reservando medios y entrega dramática. Pero fue a más, a más, y la escena de la locura fue, como su nombre indica, de locura. De babear con la boca abierta, vaya. Yo quedé muy contento con su Lucia. Desde luego cualquier comparación con Netrebko está fuera de lugar, porque Damrau no sólo "huele" el belcanto sino que tiene los medios para sacarlo adelante. La comparación, en este momento, estaría con lo que todavía pueda hacer Dessay, con lo que esté haciendo Mosuc y con lo que algunas ligeras menos renombradas pero más jóvenes puedan estar haciendo con destreza por ahí. Resumiendo: pedazo de Lucia. No se escucha una Lucia tan bien resuelta todo los días.

M. Fabiano fue la revelación de la noche. La voz es grande, corre, es homogénea, es el instrumento de un lírico pleno, y yo diría que puede moverse con facilidad por estos roles belcantistas y por algún Verdi como Alfredo, etc. El timbre es un pelín áfono, arriba es mejorable la resolución. Llega, y a veces llega muy bien, pero hay alguna tensión, falta enmascarar algún sonido. Pero bueno, es un cantante joven y eso lo limará, sin duda. La voz está ahí y es muy buena. Pero sobre todo hay un cantante entregado, comprometido, sin excesos, con estilo, con un fraseo de primera, con una dicción dignísima para ser un cantante norteamericano. Realmente encarnó a Edgardo desde su primera entrada hasta sus últimas frases a los pies del cadaver de Lucia. Un cantante que nos hizo vibrar con él de principio a fin y que se llevó una sonada ovación (de las más entregadas que yo he escuchado en el Euskalduna).

Pero el que estuvo de matrícula, pluscuamperfecto, fue Tezier. Qué delicia, madre mía. Voz plena, qué fraseo, qué atención a la partitura, dando todas esas notas pequeñas que muchos se pasan por alto, desahogado arriba, gustándose, con una presencia escénica apabullante. Joer... un gustazo escucharle cada vez que abría la boca. Además hizo un Enrico malo, malote, pero sin ademanes veristoides, cantando con una clase y un empaque de primera. Un crack.

Órfila: repito lo dicho sobre su Enrico en la Bolena del Liceo. No es un bajo, la emisión es bastante ventrílocua, los sonidos muy rebuscados para mi gusto. Consigue epatar, sí, y el fraseo es bueno, sí, pero la artificialidad de la emisión me hace muy cuesta arriba disfrutar de sus intervenciones. En todo caso, hizo un trabajo loable y así se lo reconoció el público.

Bravísima la Sinfónica de Navarra y la dirección briosa, lírica y atenta a las voces de Montanaro (un tipo a seguir).

Añado que el Sexteto y el dúo entre Tezier y Damrau fueron de lo mejorcito de al noche. Momentazos.

Conclusión: 1. disfruté como un niño; y 2. Lucia es un operón como la copa de un pino.

fdo. Spinoza

1 comentario :

johnny guitar dijo...

Asistí a la misma representación y estoy totalemente de acuerdo. Es una obra maestra de la lírica. Y además la primera ópera que ví cuando circulaban en la década de los 80 las llamadas "compañías del este". Aquí, en Zaragoza, cantó Sánchez Jericó con gallo incluido.
El tiempo en el Eukalduna se paró. Un montaje de Sagi, neogótico ambientado en el siglo XIX, con luces intensas que enmarcaban el amor frente al rojo -con alfombra incluida- que denotaba la presencia de la muerte. Muerte que acompañó a los protagonistas en su tragedia.
Una función para no olvidar