lunes, 22 de noviembre de 2010

Crónicas de funciones: Il Corsaro, ABAO, 13 de noviembre.

Nuevos Valores

Por Javier del Olivo

Bilbao, 13/11/2010. Palacio Euskalduna. Giuseppe Verdi. Il Corsaro. Libreto de Francesco Maria Piave basado en The Corsair de George Byron. Lamberto Puggelli, dirección de escena, Marco Capuana escenografía. Vera Marzot, diseño de vestuario. Andrea Borelli, iluminación. Bruno Ribeiro (Corrado). Silvia Dalla Benetta (Gulnara). Kristin Lewis (Medora). Luca Salsi (Seid). Miguel Ángel Zapater (Giovanni). Alberto Núñez (Esclavo y Eunuco). Giorgi Meladze (Selimo). Coro de Ópera de Bilbao, Boris Dujin, director del Coro. Orquesta del Teatro Regio de Parma. Renato Palumbo, director musical. Producción: Fondazione Teatro Regio di Parma y Fondazione Carlo Felice di Genova. 59 Temporada de la ABAO.

No se las prometían muy felices los aficionados que el pasado sábado día 13 acudieron al Palacio Euskalduna a la representación de Il Corsaro, de Giuseppe Verdi, dentro de la 59 temporada de la ABAO (Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera). Hace unas semanas se habían caído del reparto las dos figuras más destacadas: Maria Guleghina y Fabio Armiliato. Este último tuvo el detalle de dar públicamente explicaciones de su ausencia en la página web de la Asociación. Se buscó, para sustituirles, a los protagonistas de la versión de la ópera representada en el 2008 en el Festival Verdi de Parma. Dos desconocidos, Bruno Ribeiro y Silvia dalla Benetta, sin un renombre internacional, que, sin embargo, protagonizaron, junto al bajo Luca Salsi, una de las mejores noches verdianas desde que comenzó el 'Tutto Verdi'.

Il Corsaro, basado en la obra homónima de Lord Byron, cuenta las peripecias de Corrado, siempre en busca de aventuras luchando contra el musulmán, y que deja abandonada en su país a su amada Medora. En una de sus incursiones salva del incendio del harén a la favorita del Pachá, Gulnara, pero cae prisionero. Gulnara, enamorada de él, lo libera e intenta que Corrado mate al tirano, pero como no lo consigue, lo hace ella misma. Huyen juntos al país del corsario, donde se desencadena la tragedia: Medora, desesperada por la ausencia de Corrado, ha ingerido veneno; Corrado, al ver morir a su amada, se arrojará al mar. Este argumento, claramente romántico, y pergeñado por Francesco Maria Piave, sigue con bastante exactitud el relato de Byron, aunque, como bien señala Heather Hadlock en el artículo que acompaña al programa general de la temporada, el papel de Gulnara, esclava homicida, es tratado por Piave y Verdi de una manera bastante más tolerante: Byron cargaba las tintas en el carácter negativo del personaje por lo deshonroso de sus actos al rebelarse y matar a su señor mientras está dormido, mientras que en la ópera ese aspecto apenas aparece resaltado, justificando, en cierta manera, el crimen, por la situación en que se encuentra el personaje.

Il Corsaro es una auténtica ópera de "galeras", la época en la que Verdi realizó más obras que seguían las condicionantes de la época, y que se han considerado tradicionalmente bastante escasas de inspiración creativa. Pero aquí está el Verdi que ya hemos visto enMacbeth y el que veremos en Rigoletto. Es una obra escasamente representada, debido al poco atractivo de su argumento. Pero, cantada por buenos profesionales (valga como ejemplo la grabación con Carreras, Norman y Caballé), se escucha con placer, y este fue el caso el pasado sábado. Realmente fue una representación donde brillaron por encima de todo las voces.

Principalmente, la del tenor portugués Bruno Ribeiro, un cantante que, si sigue así, tiene un espléndido futuro por delante. Desde su primera aria, que abre la obra, demostró un dominio total de sus amplios recursos vocales. Posee un timbre muy atractivo, con un metal bruñido y una proyección amplia. Si bien se le puede encontrar algún leve problema en la zona de paso al agudo, se compensa cuando éste brilla sin mácula y bien sostenido. En la escena de la prisión supo moderar sus fuerzas, y demostrar que no solo tiene potencia, sino que sabe cantar en piano. Un verdadero hallazgo que el público de la ABAO, generalmente poco expansivo, agradeció con sonoros y prolongados aplausos. Más curtida, más madura e igualmente excelente estuvo Silvia dalla Benetta como Gulnara. En ningún momento flaqueó su voz, siempre limpia, de bello y amplio centro y punzante agudo, sin olvidar una zona baja perfectamente trabajada. Expresiva y dúctil, entusiasmó en todo momento.

Como auténtico barítono verdiano se confirmó Luca Salsi como Seid, el Pachá. En sus arias estuvo muy convincente, derrochando potencia y poderío, dominando perfectamente el canto que siempre imprime Verdi a sus páginas baritonales. Creó perfectamente con sus gestos y su voz la brusquedad del tirano, y recibió, como sus compañeros, calurosos aplausos. El otro papel femenino, si no principal, de gran relevancia, es el de Medora. Sobre todo en el primer acto tiene una bella aria seguida de su cabaletta que una buena soprano lírica puede bordar. No fue el caso de la estadounidense Kristin Lewis, que no convenció en su intervención. Con unas coloraturas de pocos vuelos, inaudible en algunos pasajes, y siempre poco segura, fue lo más flojo del reparto, aunque se recuperó algo en su corta intervención al final de la obra. Poco destacados los comprimarios Miguel Ángel Zapater como Giovanni, Alberto Nuñez, que doblaba como Esclavo y Eunuco, y Giorgi Meladze como Selimo.

Verdi mima los coros en sus obras, e Il Corsaro no es una excepción. Sobre todo las cuerdas masculinas del Coro de Ópera de Bilbao pudieron lucirse ampliamente. No tiene papel tan destacado el coro femenino, que quedó un poco apagado. Pero todo el conjunto recibió el aplauso del público junto a su director, Boris Dujin.

Renato Palumbo domina este repertorio con auténtica soltura, y volvió a demostrarlo aquí. Pecando en algún momento puntual de imprimir ritmos endiablados, estuvo siempre muy atento a sus cantantes, moderando la orquesta para dejar que esas bellas voces corrieran por todo el teatro. Bien empastada y perfecta conocedora de la partitura se mostró la siempre solvente Orquesta del Teatro Regio di Parma, que se encuentra como pez en el agua en este repertorio.

La dirección escénica, procedente del Regio de Parma y del Carlo Felice de Génova, estuvo a cargo del veterano Lamberto Puggelli, que movió bien a actores y coro, y que consiguió que resultara muy convincente la escena de la batalla, donde destacó el trabajo del maestro armero Renzo Musumeci Greco. Mucho menos brillante la escena de la prisión, donde hizo moverse a los protagonistas por una maraña de cuerdas colgantes que recordaban a ciertas películas de aventuras africanas. También interpretó libremente el libreto al hacer que Gulmara se suicidara al final de la obra, cuando no se especifica originalmente. Poco imaginativos los decorados de Marco Capuana, muy basados en velas que subían y bajaban, recurso que resultó algo pesado. Situó la mayoría de las escenas en cubiertas de barcos para resaltar el espíritu aventurero de la obra. Excelente la iluminación de Andrea Borelli, muy adecuada en todo el discurrir de la trama, y bien el diseño de vestuario de Vera Marzot, sobre todo para los hombres, ya que cayó un poco en tintes estereotipados en el de las odaliscas del harén.

Cuando pocos aficionados daban algo por estas representaciones (a las que, por cierto, acudió público de fuera de nuestras fronteras, dada la rareza del título), los responsables artísticos de la ABAO han conseguido uno de los mejores repartos verdianos de los últimos cinco años. Enhorabuena.

© 2010 by E. Moreno Esquibel/ABAO

* Crónica publicada en Mundoclasico y cedida por su autor para nuestro blog:

http://www.mundoclasico.com/2009/documentos/doc-ver.aspx?id=5326797f-407b-4c9d-8645-eac8b500c53a


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