El jueves 17 de agosto era el día de Matthias Goerne en la Schubertíada en Vilabertran, su regreso tras dos ediciones ausente; la acompañaba al piano Alexander Schmalcz. El programa, interesante y muy trabajado: canciones de Schumann y Mahler, alternadas y agrupadas en tres bloques temáticos: amor, muerte y guerra. Por los cincuenta años que separan a los dos compositores y sus formas tan diferentes de entender el lied podía parecer a priori que el recital sería un continuo ir y venir, pero en absoluto fue así; los lieder, muy bien elegidos, fluyeron con naturalidad y como en las canciones de muerte había mucho amor ya las de guerra mucha muerte, y además Goerne y Schmalcz las interpretaron todas seguidas sin pausa entre bloques, bien podríamos resumir la velada, recordando a John Huston, como un paseo por el amor y la muerte.
No descubrimos nada a estas alturas de su carrera si decimos que Matthias Goerne tiene una enorme sensibilidad y dice el lied tan bien como lo canta, con un fraseo impecable y un exquisito recrearse en los detalles. Lógicamente, esto beneficia a las canciones más lentas, y así escuchamos una muy hermosa versión de Urlicht seguida de una no menos hermosa versión de Nachtlied, pero Goerne se lució también en las enérgicas canciones de guerra, su voz llenó la iglesia de Santa María sin perder los matices y nos transmitió el horror, el miedo y la angustia de los protagonistas. Entre unas y otras, un momento mágico, uno de esos momentos que siempre esperamos cuando asistimos a un concierto y que recordamos durante mucho tiempo: la impresionante interpretación de Ich bin der Welt abhanden gekommen, una de las canciones más queridas del repertorio liederístico; por unos minutos, Goerne fue la imagen de la soledad en una iglesia llena a rebosar.
Alexander Schmalcz acompañó muy bien Matthias Goerne, buenos conocedores ambos de la acústica de la iglesia, e hizo que no echáramos de menos la orquesta que acompaña originalmente una parte de las canciones de Mahler que interpretaron.
El público agradeció con entusiasmo el estupendo recital y Goerne y Schmalcz ofrecieron una canción más de Schumann, Du bist wie eine Blume, volviendo al tema inicial, el amor. A continuación Goerne bajó del escenario para ir a buscar a Jordi Roch, el director artístico de la Schubertíada, para que lo acompañara y recibiera una bien merecida ovación, recordemos que la Schubertíada celebra este año su vigésima edición.
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