Los recitales líricos del Festival Castell de Peralada cuentan este año con dos citas de altura, protagonizadas por Ramón Vargas y Jonas Kaufmann. El primero de ellos ofreció el pasado día 2 de agosto una velada de altísima calidad en la Iglesia del Carmen de Peralada, cuya acústica quizá no sea la mejor para este tipo de citas vocales. En el programa, un recorrido por el repertorio italiano, desde las canciones barrocas de G. Caccini y B. Marcello a las canciones napolitanas de Tosti, Bixio y Rossini, pasando por el gran repertorio operístico de Mozart, Donizetti y Verdi.
El tenor mejicano atesora ya a sus espaldas una dilatada carrera, donde progresivamente los papeles de lírico ligero han ido dejando paso a los de lírico pleno, con algunas incursiones todavía de mayor peso, como su Don Carlo verdiano. El citado paso del tiempo ha dado lugar a un instrumento cada vez más sólido en el grave, con un centro acariciador, redondo, lleno de armónicos, pero con un pasaje algo apretado y un agudo que no siempre deslumbra, aunque siempre se encuentra. En todo caso, el instrumento sigue teniendo un peso y un color atractivos, y no cabe duda de que el mayor atractivo de Ramón Vargas está, más allá de su pura materia prima, en el empleo sutil, elegantísimo y preciso con que aborda cada pieza.
En este sentido, resultó ejemplar su firmeza para abordar las canciones de Donizetti o Verdi, lo mismo que las de Tosti, con la seguridad y empeño de quien las considera verdaderas arias de ópera, exigentes, dignas, no segundos platos para rellanar huecos en un recital. Y así resultaron, auténticas páginas operísticas en manos de Vargas.
De la primera parte cabe resaltar su inmesa recreación de "Il mio tesoro" del Don Giovanni mozartiano y la emocionante página de Il Duca d´Alba de Donizetti, "Angelo casto e bel". Sin duda su voz brilló en estas dos páginas a una altura referencial.
En la segunda parte, ofreció el aria de Un ballo in maschera de Verdi, "Ma se m`è forza perderti", una de esas páginas algo más pesadas que va incorporando progresivamente a su repertorio y que aborda desde el puro belcanto, sin buscar un sonido artficiosamente engrosado ni una expresión afectadamente dramática. Resulta revelador escuchar un Verdi más pesado abordado desde los parámetros vocales del puro belcanto, pues a menudo olvidamos que el Verdi maduro sigue siendo hijo de Donizetti y del propio catálogo verdiano de juventud.
Las canciones de Tosti incluidas ("A vuchella", "Ideale", "L´alba separa dalla luce l´ombra") quizá no hayan encontrado un intérprete tan luminoso y puro como Vargas, desde las cimas alcanzadas por Bergonzi o Pavarotti en su recreación. Es magnífico sentir, como oyente, cómo el texto de estas canciones fluye con sentido y se confunde con una melodía sencilla pero inspirada, como si todo fuera fácil, pero conscientes al mismo tiempo de la complejidad de una interpretación tan exigente. Vargas ofreció por último una muestra de virtuosismo al abordar la "La danza" de Rossini, una tarantella bien conocida, endiabladamente veloz en su ejecución.
Como propinas, el tenor mejicano ofreció dos composiciones de su tierra, "Estrellita" de Manuel María Ponce, y "Muñequita linda" de Maria Grever, motivando la sentida emoción de algún compatriota asistente al recital.
El acompañamiento al piano de Mzia Bachtouridze fue limpio, moderado y firme, dando confianza al intérprete en todo momento. Ramón Vargas comentó en varias ocasiones el programa que venía interpretando, en un esfuerzo por intimar con el público asistente y convertir la velada en una cita todavía más agradable. Sea como fuere, su rendimiento vocal fue intachable, espléndido y singularmente inspirado y seguro con el programa escogido. Sin duda, uno de los grandes tenores de la escena actual. Bravo.
fdo. Alejandro Martínez
1 comentario :
¡¡Genial !!
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