domingo, 24 de julio de 2011

Crónicas de funciones: Der Rosenkavalier, 19/07/11


El Caballero de la Rosa es una de las óperas que menos me gustan de Strauss, a pesar de que la Mariscala sea uno de mis personajes favoritos. Entre escenas de gran belleza, encuentro numerosos pasajes reiterativos y tediosos. Bien, la representación del pasado martes en Munich ha resultado ser una de los mejores Caballeros que haya escuchado en vivo.

Empezando por la escena clásica, clasiquísima, de Otto Schenk (1972), preciosista y absolutamente dieciochesca. Luminosa y llena de detalles para disfrutar recorriendo el escenario con la vista. Es tan vistosa que en la apertura del telón en el segundo acto (casa de Faninal) el público rompió a aplaudir espontáneamente. Vestuario a cargo de Jürgen Rose, a juego con la escena, lógicamente, bellísimo y lujoso, a base de sedas y encajes que lucían imponentes aún desde el segundo piso del teatro.


En el foso, además de la siempre solvente Orquesta Estatal de Baviera, estaba el director Constantin Trinks, que ofreció una lectura de la partitura poco lírica para mi gusto, además de soltar la rienda de la orquesta demasiado en ocasiones, con las dificultades que eso supuso para que los cantantes pudieran atravesar el espeso muro sonoro de Strauss.

Vocalmente, la noche fue una fiesta. En el papel de la Mariscala debutaba Anja Harteros, soprano un poco irregular que cumplió con creces. No será la mejor Mariscala que yo haya escuchado (en directo, el premio se lo lleva Martina Serafin) pero sonó elegante y timbrada, tal vez un poco plana en el aspecto interpretativo, aun consiguiendo transmitir la serena melancolía del personaje. A su lado estaba la gran mezzo Sophie Koch como Octavian, prodigiosa. Ofreció todos los matices posibles en una línea de canto absolutamente impecable. Una maravilla, también escénicamente. La tercera voz femenina era la de Sophie, Lucy Crowe, una joven soprano de voz angelical que daba perfectamente el tono del personaje, aunque todavía tiene que desarrollarse mucho para afrontar otros papeles. Sin embargo, su timbre delicado resultaba muy adecuado para la joven Sophie.


Peter Rose era el barón Ochs. De presencia rotunda, exhibió un canto sin complejos, bien proyectado y muy cómico. Muy acertado también Martin Gantner como Faninal, una pena que su papel sea tan limitado, porque posee una voz muy noble. El resto de los numerosos cantantes en escena también resultaron notables. A destacar especialmente Ingrid Kaiserfeld como la intrigante Marianne y Piotr Beczala como el cantante italiano, que pasó bastantes apuros en los endemoniados agudos de su bellísima aria. En resumen, una representación muy bien conseguida tanto a nivel escénico como, primordialmente, musical.


fdo. Alicia Cano

Crónicas de funciones: Rusalka, 18/07/11



Si la historia de la desdichada ondina que quiere ser humana siempre me ha parecido muy triste, con la producción de Martin Kusej para la Ópera Nacional de Munich, Rusalka no es triste, es desoladora. Kusej transforma el cuento de hadas en una narración sobre abusos sexuales y mentes perturbadas, donde el Espíritu del Agua es un secuestrador y violador de niñas (inspirado, por cierto, en los casos reales de Natasha Kampusch y Josef Fritzl), que mantiene a las "ninfas" en un húmedo sótano con la complicidad de Jezibaba, su alcoholizada esposa. Cuando Rusalka consigue escapar de ese sórdido ambiente la espera el mundo real, donde solo logra encontrar una depravación parecida, para acabar en un psiquiátrico completamente trastornada. La dirección de Kusej no deja ni un resquicio de esperanza, y lo más sorprendente de su propuesta es cómo encaja a la perfección tanto con los personajes como con el libreto, aunque en esta versión frases como "corramos, hermanas, que si el Señor de las Aguas nos atrapa tendremos que darle un beso" toman un sentido un tanto escalofriante. Como siempre, una torsión del cuento original como esta puede desagradar a algunos y entusiasmará a otros. Yo solo puedo decir que es profundamente fiel a la esencia de la historia a pesar de los cambios y que es honesta, llena de estudiados detalles y al servicio de los cantantes. En mi opinión, una de las mejores producciones que haya visto en teatro.


Musicalmente, la noche también brilló a notable altura. La Orquesta Estatal de Baviera sonó, como siempre, estupendamente. Bajo la batuta de Tomas Hanus la partitura de Dvorak cobra un lirismo exacerbado, una intensidad que puede resultar excesiva a los que están acostumbrados a lecturas más sobrias.

Vocalmente, la estrella, la protagonista y la triunfadora de la noche fue la joven soprano Kristine Opolais. Solo se puede decir que ella es Rusalka. Después de ver su conmovedora e intachable interpretación en Munich costará escuchar a otra cantante en el papel. Brillando en el agudo, se queda un poco corta por abajo, pero consigue transmitir tanto con su bellísima voz y su arrolladora presencia en el escenario que resulta hipnótica.
Con un personaje y una interpretación como la de Opolais es fácil que el resto de cantantes queden en un segundo plano. Empezaría destacando el Príncipe de Piotr Beczala, un tenor con un bello timbre muy apropiado para el papel, aunque pasó algún apuro en el agudo en ciertos momentos, en general resultó una soberbia interpretación, especialmente la escena final con Rusalka y la muerte, con una media voz prodigiosa. Notable también Alan Held como el Espíritu del Agua, aunque su voz un tanto mate desmerece un poco la maravillosa partitura de bajo.Correcta Janine Baechle. Poco más se puede decir de ella, ya que cumplió pero sin destacar especialmente. En cuanto a Nadia Krasteva, que cantaba el breve pero intenso papel de La Princesa Extranjera, fue vocalmente lo más flojo de la noche. Su voz de mezzo pura no puede con las exigencias de la princesa, y resultó bastante tosca y forzada en el agudo (recientemente pude escucharla como Éboli en Berlín y no hay comparación). Los comprimarios (Evgeniya Sotnijova, Angela Brower y Okka von der Damerau como las ninfas, Ulrich Ress como el cazador y Tara Erraught como el chico) cumplieron. El público disfrutó muchísimo, en cualquier caso, y las ovaciones finales se alargaron por varios minutos, levantándose el telón en numerosas ocasiones. Una grande, grandísima, noche de ópera.


fdo. Alicia Cano

sábado, 23 de julio de 2011

Crónicas de funciones: Don Giovanni, Munich, 17/07/11


Hay propuestas escénicas innovadoras, provocadoras y sin embargo interesantes. Y hay otras que encajan en las dos primeras categorías pero fallan estrepitosamente en la tercera. La visión de Don Giovanni ideada por Stephan Kimmig para la Ópera Nacional de Baviera que hemos visto en Munich esta temporada es del segundo grupo. Elementos gratuitos (el anciano que aparece en escena en varias ocasiones), incongruencias (un protagonista nihilista y salvaje en el primer acto convertido en un simpático amo de casa en el segundo), detalles traidores al libreto (Don Giovanni cantando la serenata a Donna Elvira)… nada que empañara la maravillosa música de Mozart, en cualquier caso, pero el mensaje que apetece lanzar al señor Kimmig es “si no puedes mejorarla, déjalo estar”.

Dejando caer la producción, pues, en un benévolo olvido, he de destacar como la protagonista de la noche a la orquesta magistralmente dirigida por Constantinos Carydis. Pocas veces he oído tanta expresividad, tantos detalles sonoros saliendo del foso. Unos tempi completamente adecuados a lo que pasaba en escena, unos pianissimi increíbles, unas pausas llenas de dramatismo, una dirección que acariciaba la partitura… Vocalmente, sin embargo, la noche fue irregular. En el sector sobresaliente, una vez más, Gerald Finley como protagonista. A estas alturas de su carrera Finley tiene el papel tan interiorizado que parece cantar sin esfuerzo. Matizando como nos tiene acostumbrados, no se le puede poner un pero.


Alex Esposito cantaba Leporello. Con una voz grande y bien proyectada, su timbre un tanto tosco pone un contrapunto adecuado con la delicadeza de la voz de Finley. Buen actor, podría objetarse que cargara demasiado las tintas en el histrionismo del personaje. Se llevó la gran ovación de la noche.

De las tres damas hay que darle la mejor nota a Laura Tatulescu como Zerlina. Muy musical, con una línea de canto elegante y un timbre homogéneo, apetece escucharla de nuevo a ver cómo evoluciona. Véronique Gens no estuvo acertada en el primer acto, con unos agudos estentóreos e incapaz de regular las dinámicas. Mejoró bastante en el segundo, marcándose un Mi tradi l’alma ingrata notable. Sin embargo en conjunto fue una Donna Elvira algo decepcionante.

También irregular Erin Wall como Donna Anna, aunque en media mejor que Gens y especialmente maravillosa en su aria del segundo acto, demostrando notable poderío vocal. Solvente Phillip Ens como el comendador en su pequeño papel. Y dejo para el final lo peor de la velada: Levente Molnár como Masetto, completamente fuera de estilo, intentando suplir su falta de recursos vocales con exagerados movimientos escénicos y Joseph Kaiser como Don Ottavio. Tal vez tuviera una mala noche, tal vez el papel sobrepasa su capacidad vocal, pero fue incapaz de llevar a buen puerto un papel tan extraordinario, musicalmente hablando, como el que Mozart escribió para el tenor. Especialmente difícil fue su subida al agudo, donde desafinó notablemente, tanto que incluso recibió varios abucheos tras su segunda aria.

Una representación con luces y sombras, por tanto, disfrutable, pero que, con un reparto más homogéneo, se habría convertido en inolvidable.


fdo. Alicia Cano

sábado, 2 de julio de 2011

El ciclo de recitales en los medios de comunicación

Durante estas semanas la Asociación trabajó en la difusión del ciclo de recitales, con el consiguiente eco en los medios de prensa locales. A continuación os ofrecemos algunos recortes de prensa y enlaces a noticias que se hacen eco de nuestros recitales:







Crónicas de funciones: recital de zarzuela, Teatro Principal, 28 de junio de 2011


La Asociación Aragonesa de la Ópera Miguel Fleta cerró el pasado martes 28 de junio su primer ciclo de recitales, con la actuación de la soprano Hevila Cardeña y el barítono Marco Moncloa, acompañados ambos al piano por Mikhail Studyenov. Ofrecieron un programa dedicado íntegramente a la zarzuela, con fragmentos de "La de manojo de rosas", "Bohemios", "La canción del olvido", "Luisa "Fernanda", "El guitarrico", "El puñao de rosas", "Don Gil de Alcalá", "El cabo primero", "El maestro Campanone" y "El barberillo de Lavapiés". Con un teatro más lleno de público que en la anterior velada, el recital fue de menos a más, desde un titubeante inicio con "La del manojo de rosas", hasta una segunda parte de altura. Las voces calentaron rápido, hacían buen maridaje, tanto por color vocal como por desempeño escénico, y ofrecieron un recital ciertamente notable, intercalando piezas más infrecuentes con fragmentos más populares. El acompañamiento de M. Studyenov estuvo a la altura durante todo el recital.

Ofrecieron ambos cantantes un bis, en respuesta a la calurosa ovación recibida al concluir el programa previsto: se trató de un arreglo preparado por la propia madre de Marco Moncloa, Dolores Marco, en sus días maestra de canto, que combinaba el dúo de "La verbena de la Paloma" con partes de "La revoltosa". Acertado cierre para una velada de zarzuela que concluyó con un nivel musical notable, con una digna asistencia de público y con la sensación, por parte de la Asociación, de que su proyecto tiene sentido, tiene público, ha acertado con el espacio escénico para desempeñarse, y en suma, avanza sobre seguro. Lentos, pero seguros, y siempre atentos a un compromiso ineludible con la calidad artística de las propuestas que ofrezcamos.


La Asociación ha dedicado muchas horas de esfuerzo a preparar este ciclo de recitales. Desde este blog queremos agradecer a los artistas que han colaborado su generosidad y su cercanía. Sin su compromiso con este proyecto hubiera sido todavía más difícil ofrecer proseguir con nuestra labor. Gracias también a los socios que han creído en nuestro proyecto y al público que decidió acompañarnos en este estreno como programadores de conciertos.

fdo. Alejandro Martínez Rodríguez


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La zarzuela tiene su público en Zaragoza y así lo demostró al acercarse al Teatro Principal donde tenía lugar el segundo recital de la Asociación Aragonesa de la Ópera. Un recital, que acompañado al piano por Mikhail Studyenov, iban a protagonizar el barítono Marco Moncloa y la soprano Hevila Cardeña.

El programa presentado fue un compendio de romanzas y dúos conocidos por los melómanos, pero también por otras piezas musicales que no suelen ser habituales ni en recitales ni en representaciones. De las primeras, "La de manojo de rosas", "Bohemios", "La canción del olvido" y "Luisa "Fernanda". De las segundas, "El guitarrico", "El puñao de rosas", "Don Gil de Alcalá", "El cabo primero", "El maestro Campanone" y "El barberillo de Lavapiés". Los cantantes remataron la velada con los celebérrimos dúos de "La Revoltosa" y "La verbena de la Paloma".


Moncloa, un buen barítono dominador de las notas en el registro central y bajo fue el protagonista de la velada sobre todo en las piezas solistas de "El guitarrico", "Luisa Fernanda" con la romanza "los vareadores" y "La canción del olvido", destacando, sobre todo por su dote actoral en "El maestro Campanone". De buena dicción y soltura triunfó asimismo en los dúos protagonizados con la soprano. Tal vez, excpeto el primer dúo -y primera pieza del recital- donde se mostraron tal vez algo fríos, fue un programa interpretado de menos a más.

La soprano Hevila, a la que a su canto le acompañaba una esbelta figura y a la que dotó con dos espectaculares trajes- mantón de manila incluido-, es una soprano ligera con un importante centro y algo más apurada en la zonas altas. Y aunque su dicción no era tan perfecta como el de su acompañante su línea de canto fue de gran belleza sobre todo en la plegaria de "Don Gil".


Ambos entregados, cantando con acentos costumbristas de madrileñismo o de andaluz, redondearon con gracejo el dúo de Paloma y Lamparilla. Fueron acompañados discretamente por Studyenov.

El público braveo a lo largo del recital y la sonrisa de todos fue constante en el Teatro.

fdo. johnny guitar