domingo, 31 de octubre de 2010

Ciclo de Conferencias "Ópera y Poder": Valoraciones y Audio de la Segunda Conferencia.

De nuevo queremos agradecer vuestra presencia a todos los que nos acompañasteis en la segunda conferencia del ciclo Ópera y poder. Como sucediera con la primera, quedamos de nuevo muy contentos con el resultado y con el éxito de asistencia.

La próxima conferencia tendrá lugar el viernes 5 de noviembre y estará a cargo de José María Miranda (Universidad de Santiago), que nos hablará de "Poder y religión en la ópera francesa". ¡Os esperamos de nuevo!

Como hicimos con la primera conferencia, los que no pudisteis acudir el viernes tenéis ahora disponible la conferencia de Javier García-Lomas para escucharla cuando queráis:


Javier García-Lomas (Universidad de Sevilla): "El rol del gobernante en la ópera alemana: de Mozart a Korngold"


sábado, 23 de octubre de 2010

Ciclo de Conferencias "Ópera y Poder": Valoraciones y Audio de la Primera Conferencia.

Gracias a todos los que nos acompañasteis en la primera conferencia del ciclo Ópera y poder. Quedamos muy contentos con el resultado y con el éxito de asistencia.

La próxima conferencia tendrá lugar el viernes 29 de octubre y estará a cargo de Javier García-Lomas, que nos hablará de "El rol del gobernante en la ópera alemana, de Mozart a Korngold". ¡Os esperamos de nuevo!


Hasta entonces, los que no pudisteis acudir el miércoles tenéis ahora disponible la conferencia para escucharla cuando queráis:


Alejandro Martínez (Univ. de Zaragoza): "Verdi y el poder político: el caso de Simon Boccanegra"

jueves, 21 de octubre de 2010

Crónicas de funciones: Sussanah de Floyd, ABAO, 6 de octubre.

Es la manera de ser de la gente

Por Javier del Olivo

Bilbao, 06/10/2010. Palacio Euskalduna. Carlisle Floyd. Susannah. Libreto del compositor basado en un texto bíblico (Susana y los Ancianos). Robert Falls, dirección de escena. Ignacio García, realización de la dirección de escena en Bilbao. Michael Yeargan, escenografía y vestuario. Bogumil Palewicz, iluminación. Latonia Moore, Susannah Polk. Stuart Skelton, Sam Polk. James Morris, Olin Blitch. Cosmin Ifrim, Little Bat McLean. Miguel Sola, Elder McLean. Vicenç Esteve, Elder Gleaton. José Ruiz, Elder Hayes. Richard Wiegold, Elder Ott. Silvia Beltrami, Mrs. McLean. Jessica Julin, Mrs. Gleaton. Julia Faulkner, Mrs. Hayes. Mette Ejsing, Mrs. Ott. Coro de Ópera de Bilbao. Boris Dujin, director del Coro.Orquesta Sinfónica de Euskadi. John Mauceri, dirección musical. 59 Temporada de la ABAO.

La frase que titula esta crónica (pronunciada por uno de los protagonistas) puede resumir la conclusión a la que se llega al finalizar la representación de Susannah, de Carlisle Floyd, que, dentro de su 59 temporada, presentó el pasado sábado la ABAO (Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera). Floyd (libretista además de compositor) utiliza la leyenda bíblica de Susana y los Ancianos para crear un fresco que no solo refleja la situación creada en un pueblo del profundo sur americano por una falsa acusación a una joven, sino que va más allá y cuestiona a todo un sistema represivo como fue el macartismo, en pleno apogeo en la época de estreno de la ópera (1955). La indefensión del inocente, el falso puritanismo, la represión sexual, la teocracia dentro de la vida americana, la manera, en fin, de ser de la gente, son cuestionados por Floyd, que pone frente al público, servida en una música muy bella, una realidad dura y desgarradora. Una realidad que, de la misma manera, retrata Arthur Miller en los mismos años en su fabulosa obra Las brujas de Salem. En lo musical, la obra se inscribe en una corriente que, comenzando en los años cuarenta, tiene su apogeo en los cincuenta y sesenta del siglo XX. Es la llamada "ópera americana". Una serie de autores se proponen crear un género genuinamente norteamericano, que llegue a un público más amplio que la ópera tradicional y en el que se traten temas que le sean más cercanos, como ya hacían el cine, el teatro y la televisión. Son obras que, sin renunciar a la calidad, pretenden ser musicalmente de fácil asimilación y a la vez crear un repertorio netamente estadounidense. Para lograr estos objetivos, se alejan conscientemente de vanguardias y experimentaciones, y buscan melodías dentro de la tonalidad, con muchas raíces étnicas y folclóricas (en el caso de Susannah, de los Montes Apalaches), pero siempre asimilando toda la tradición operística anterior. Como muy bien explica Rachel Hutchins-Viroux en su excelente artículo sobre el tema en el programa general de la ABAO, autores como Giancarlo Menotti, Aaron Copland, Douglas Moore, Robert Wart, o el mismo Floyd forman parte de esta corriente. Susannah es una ópera que contiene todas las características anteriores, tanto en la vertiente musical como en la teatral. Desarrollando la historia que hemos comentado más arriba, Floyd crea una música atractiva, incluso pegadiza en algunos pasajes, con un dramatismo nos atreveríamos a decir que heredero del verismo. Acudiendo a tonadas tradicionales, crea un ambiente campesino que se refina al expresar el sentir de la protagonista, y que dibuja sus tintes más agrios en la música de los puritanos acusadores o del predicador.

Esta es, indudablemente, una ópera de soprano, y en el corto mundo de las grabaciones de la obra, han sido grandes divas como Renée Fleming o Cheryl Studer las que han asumido el papel. Sus dos arias permiten el lucimiento de una cantante con amplios recursos que van desde una consistente zona grave, pasando por un amplio centro, y exigiendo facilidad para el agudo. A Latonia Moore no le faltan estas características, y defendió el rol con gran profesionalidad, pero le faltó definir bien el personaje, dominarlo completamente, tanto vocal como teatralmente. Estuvo convincente pero no arrasó, que es lo que se pide con un papel con tantos momentos desgarradores. Su voz es bella, estuvo bien modulada, y llegó perfectamente y con soltura a los difíciles agudos que culminan sus arias, sobre todo la segunda. Aunque acusó algún desajuste, éste no empañó una actuación notable, favorecida por sus maneras netamente americanas. El veterano bajo-barítono James Morris asumió el papel de Olin Blitch, el predicador ambulante que llega al Valle de Nueva Esperanza, supuestamente para salvar almas, pero que no hace más que avivar los odios ya existentes. Cuando descubre, por sus abusos, la inocencia de Susannah, ya es demasiado tarde para salvarla. Morris ya no dispone de la potencia vocal de la que tenía fama, y su actuación fue bastante plana. Vocalmente se lució más en la escena del templo, donde su declamación (como se exige) fue perfecta. Menos expresivo en el resto de su intervención, se mostró flojo en la seducción de Susannah, demostrando que la media voz no es lo suyo. Mucho mejor estuvo en el aria defendiendo a la protagonista ante el grupo de ancianos, donde pudo lucir sus dotes más baritonales con un canto redondo y bien ensamblado. Muy grata sorpresa, y me atrevería a decir que el triunfador de la noche, fue el tenor australiano Stuart Skelton, que asumía el papel de Sam Polk, el borrachín pero tierno hermano de Susannah. Desde su primera intervención, el público, que lo premió con cálidos aplausos al final de la representación, se dio cuenta de que estaba ante un cantante con unos recursos extraordinarios. Dotado de una voz potente, perfectamente proyectada, que sabe modular según exija la partitura, Skelton propició los momentos más emocionantes de la noche en sus dúos con Moore. En lo actoral, optó por no caer en el lado más pusilánime del personaje y lo dotó de un valor del que, a priori, en el libreto carece. Se comentaba al final el futuro prometedor que le espera, si sigue así, y el placer que siente el aficionado al oír en el teatro, a un buen tenor, algo de lo que andamos escasos en estos tiempos.

Entre los papeles ya más secundarios, destacar el Little Bat Maclean de Cosmin Ifrim. Con una voz de timbre muy bello e importante potencia, esperamos oírlo pronto en papeles de mayor calado. Muy bien también Sivia Beltrami como la malvada Mrs. Maclean que prende la mecha de todo el drama con sus dudas y envidias hacia Susannah. Supo dotar a su voz, a la que acompaña la música más vanguardista de la partitura, de esa aspereza y acritud que el papel requiere. Interesante Jessica Julin como Mrs. Gleaton, y cumplidoras Julia Faulkner como Mrs. Hayes y Mette Ejsing como Mrs. Ott. Más flojo pero correcto Miguel Sola como Elder Mclean y Vicenç Esteve y José Ruiz como Gleaton y Hayes. A destacar la calidad del bajo Richard Wiegold como Ott. Buena intervención del Coro de Ópera de Bilbao, que dirige Boris Dujin, sobre todo en la escena del servicio religioso. El norteamericano John Mauceri, director musical, supo destacar de la partitura sus características más teatrales: las bellas melodías, el folclorismo y el intenso dramatismo. Pero pecó, en algunos pasajes, de excesiva lentitud, sobre todo en la primera parte, y de permitir ocasionalmente un excesivo volumen orquestal que tapó a las voces. Disciplinada, compacta y con buenos resultados se mostró la Orquesta Sinfónica de Euskadi, en un repertorio que le es más ajeno.

© 2010 by E. Moreno Esquibel/ABAO

* Crónica publicada en Mundoclasico y cedida por su autor para nuestro blog:

http://www.mundoclasico.com/2009/documentos/doc-ver.aspx?id=18c15a9a-6c66-4d06-aee8-c42e4a4bbf77

miércoles, 13 de octubre de 2010

Ciclo de Conferencias "Ópera y poder"

Nos alegra anunciaros el ciclo de conferencias sobre "Ópera y poder" que hemos organizado desde la Asociación. Serán cuatro conferencias, que tendrán lugar a las 19 horas en el Museo Camón Aznar de Zaragoza.

Estas son las conferencias:

20 de octubre (miércoles) - Alejandro Martínez (Universidad de Zaragoza) - Verdi y el poder político: el caso de Simon Boccanegra

29 de octubre (viernes) - Javier García-Lomas (Universidad de Sevilla) - El rol del gobernante en la ópera alemana, de Mozart a Korngold

5 de noviembre (viernes) - José María Miranda (Universidad de Santiago) - Poder y religión en la ópera francesa

10 de noviembre (miércoles) - Juan Manuel Aragüés (Universidad de Zaragoza) - La ópera de Shostakovich en el contexto del estalinismo


En el cartel adjunto encontraréis más detalles sobre las fechas y el contenido de las conferencias.

lunes, 11 de octubre de 2010

Adiós a Joan Sutherland

Es hoy un día triste para los amantes de la lírica: ha muerto Joan Sutherland. Nos deja una de las sopranos más valiosas del pasado siglo XX. Desde nuestra Asociación queremos darle gracias por todo lo que nos ha legado.

Gracias por tanto arte y por tan valioso testimonio lírico.

Descanse en paz

jueves, 7 de octubre de 2010

Crónicas de funciones: Mahagonny, Teatro Real, 5 de octubre de 2010

Mortier quería que Mahagonny fuera la bandera triunfante de su llegada y, vista la función del martes pasado, la cosa se ha quedado en un brillante pero modesto banderín (como el que funda la Mahagonny furera).

Pablo Heras logró sacar chispas incluso de donde no las había. Bestial dirección musical de alguien que espero volver a ver muchas veces en el Teatro Real. Una lectura irónica, que dialogaba con el texto y la escena, que llevaba perfectamente los ritmos y las intensidades y que sacó de la funcionaria orquesta titular un sonido ácido y expresivo. Increíble cómo una plantilla reducida para la ocasión consiguió marcar el crescendo de la escena final, logrando en cada repetición del tema una intensidad nueva. Sin duda lo mejor de la noche, que demuestra que cuando se trabaja bien, esta orquesta responde (como el coro Intermezzo, que estuvo sorprendentemente muy bien).

Entre los cantantes, perjudicados por un espacio escénico inclementemente abierto, hubo de todo. Jane Henschel hizo una Begwick muy divertida, de medios sobrados, acostumbrada como está a interpretar magistralmente papeles de carácter (Clytemnestra, por ejemplo). Willard White tiene una voz robusta, ancha, pero gastada y no demasiado expresiva, con la que sin embargo sacó adelante el papel. Michael König, con un instrumento varonil pero pobre, y un agudo poco presentable, muy muy atrás, logró sin embargo crear un personaje, con una acentuación aceradísima, afilada, que logró dibujar la anti-heoricidad de Jim. Fue sin duda el cantante con el que más conecté, junto con el divertidísimo O'Brien de John Easterlin. MeashaBrueggergosman hundió su paupérrima voz en el inmenso espacio que planteó la Fura y apenas logró sonar. Una lástima, porque lo que llegaba era interesante (para este papel): un extraordinario fraseo, unas intenciones arrolladoras, mucho carácter y una técnica jazzística perfecta para la ocasión. Creo que le va a costar encontrar papeles protagonistas de ópera con los que hacer carrera. Más allá de los matices, sin embargo, ninguno de los cantantes logró sonar con la comodidad suficiente para jugar con el estilo de Weill, a pesar del mimo con el que los acompañaba Pablo Heras. Si se quiere representar una obra de estas características en un teatro medio-grande no debe haber ningún pudor en amplificar.

La Fura diseñó una puesta adicta al estilo y el mensaje de Brecht-Weill. Supieron adaptar y subrayar hasta el máximo el maniqueísmo, la crítica ácida, los trazos gruesos en la caracterización de los personajes y lo arquetípico de las situaciones del libreto y la partitura. En ese sentido, se puede hablar de excelente lectura. El problema es que no es el lenguaje que a mí me va. Al final es una dirección dinámica en lo visual pero estática en el contenido, y que sacrifica demasiado los medios para llegar al fin, que es transmitir el mensaje e incomodar a quien quiera incomodarse (¡el golf!). Una puesta que es como un discurso político en campaña electoral: simplifica, convence, afilia, pero no juega. A pesar de todo, tiene escenas de escalofrío. Me quedo con dos: la grande bouffe del comienzo del II Acto y la escena del juicio circense, justo martillazo a la justicia. La escenografía de Flores sí es una pasada, con imágenes fijas bellísimas (a pesar de que, como dice bayista, parece que el proyecto inicial ha cambiado), y con un juego escénico inteligente con los objetos (las mesas que sirven de fortaleza y de pira...). En resumen, no es mi lenguaje, no es mi estilo, pero reconozco talento, compromiso y un trabajazo de ensayos (la puesta funcionaba como un reloj).

Pero en definitiva creo que la función no terminó de volar por la propia obra. Divertida, corrosiva y necesaria, pero también maniquea, simplista y poco matizada. Ni me va un texto lleno de arquetipos y lugares comunes (tan potentes como evidentes), ni una música cuya inspiración, salvo momentos contados (son pocos pero excelentes), vuela a ras del suelo.

Creo que como lanza inicial, el Onegin de Tcherniakov era mucho más ambicioso y convincente que este Mahagonny. A pesar de ello, empatizo con las intenciones y las líneas que se han marcado en estos comienzos de consulado.

fdo. Siddharta